LA
LUNA Y LA SALUD
El concepto de que el ser humano tiene cuerpo, alma
y espíritu empieza a imponerse, lentamente, incluso
en el ámbito de la medicina tradicional. La psicosomática
tiene en cuenta y reconoce causas anímicas en
algunas enfermedades. En este sentido. La astrología
se adelanta a su tiempo al considerar al ser humano
como una totalidad.
Muchas enfermedades se deben a una Luna herida. Todo
aquello que ha herido o reprimido nuestros sentimientos
nos hace enfermar porque el cuerpo se encarga simbólicamente
de esa expresión. Cuando estamos enfermos se
nos dispensa de todas las obligaciones. Podemos dejarnos
caer en un estadio infantil y darnos permiso para vivir
la Luna sin cumplidos, admitir que queremos ser cuidados
y mimados, que nos sentimos débiles y necesitamos
dedicación.
Curar y dar expresión a nuestro mundo emocional
nos permitirá no necesitar recurrir al sufrimiento
físico. Darle atención de forma consciente
a nuestro yo infantil impedirá llegar al extremo
de que sea el cuerpo el que nos frene para recordarnos
nuestras necesidades.
LA LUNA Y LA EDUCACIÓN
En el horóscopo infantil la Luna, como indicador
del niño, es el planeta más importante
y un instrumento muy útil para detectar las dificultades
en la educación. Cuando el comportamiento del
niño resulta problemático, se trata de
la Luna que pide ayuda a gritos y que con ese comportamiento
intenta poner de manifiesto sus necesidades y obtener,
si no amor, por lo menos atención.
Normalmente, el niño es el portador de los síntomas
de la familia, el que refleja la situación en
el hogar, convirtiéndose en el chivo expiatorio
que debe soportar las tensiones y problemas de los padres.
Para abordar el problema desde su origen, los padres
deberían colaborar aportando y tratando de aclarar
sus propias problemáticas emocionales.
LA LUNA Y LA PROFESIÓN
Podría pensarse que la Luna sólo tiene
un papel secundario en la vida profesional. Pero en
este ámbito tampoco podemos suprimir una parte
de la personalidad, aunque muchas personas traten de
funcionar en base a roles, separando el mundo profesional
del privado.
En la calificación profesional, la fuerza de
los planetas principales tiene un papel primordial.
Una Luna fuerte es un claro indicador en lo referente
a la profesión y un factor muy importante en
trabajos que requieran capacidad de adaptación
y sensibilidad en el trato con las personas. En relación
al progreso profesional, no sólo cuentan el saber
y el poder, sino también la capacidad de contacto
y simpatía, que en una charla de presentación
puede ser decisiva para la selección.
En un mundo en el que el crecimiento conjunto y la
participación de los colaboradores en los procesos
de decisión son cada día más importantes,
lo esencial ya no es la fuerza de imposición
personal, sino la capacidad de trabajar en grupo. Muchos
de los problemas en el trabajo dependen no tanto de
la profesión en sí como de las dificultades
en el puesto de trabajo. Tenemos la tendencia de proyectar
nuestros problemas personales en nuestros compañeros
y jefes. La idea de que hay que reprimir los sentimientos
en el medio laboral puede llegar a acarrearnos desequilibrios
físicos.
Un equipo en buena relación puede hacer más
soportable un trabajo duro y aporta equilibrio personal,
mientras que el ser considerado exclusivamente como
fuerza de trabajo y no como ser humano, disminuye el
propio aprecio.
LA LUNA EN LA CONSULTA
Aunque los motivos para acudir a una consulta astrológica
pueden ser aparentemente muy diferentes, el verdadero
motivo es siempre la búsqueda de la propia identidad
y del propio sentido de la vida. Algo se ha puesto en
marcha y necesitamos ayuda.
Las crisis son extremadamente valiosas porque nos hacen
estar más dispuestos al cambio. Nos hacen más
permeable la coraza de las emociones y con ello nos
disponen a ser más abiertos con los demás.
Pero siempre supone un gran esfuerzo admitir que no
podemos progresar solos. En una situación de
este tipo es comprensible que nos dirijamos a una persona
que nos resulte simpática y de la que podamos
esperar comprensión.
Como consultores debemos tener presente los miedos
que el consultante puede experimentar de cara a la consulta,
una situación desconocida para él: a ser
desnudado, criticado y no aceptado, a estar en manos
de otro y a la posible manifestación de un destino
terrible. Debemos tener presentes todos estos sentimientos
y ayudarle a que el miedo desaparezca para que se sienta
distendido y confortable.
El juego de la Luna entre cliente y consultor empieza
a menudo en la conversación telefónica
del primer contacto. En ese momento, el estado de ánimo
del cliente ya puede dar información sobre su
situación momentánea. Al conocerse personalmente,
se produce la llamada "primera impresión"
de la que se dice que, en la mayoría de los casos,
es la correcta. Esta impresión surge de forma
espontánea e instintiva: encuentro al otro simpático
o no. Como consultores no estamos libres de esos mecanismos,
lo reconozcamos o no. Es importante darse cuenta de
ello y, en caso de antipatía, cuestionarse qué
es lo que la provoca, qué nos está diciendo
de nosotros mismos y cómo queremos tratarlo.
. Una consulta es siempre un encuentro y un verdadero
encuentro siempre obliga a la confrontación con
uno mismo, puesto que nunca nos experimentamos de manera
tan intensa y directa como a través del tú.
Así pues, no se trata de una situación
unilateral en la que el astrólogo da información
y con ello ayuda al cliente en su proceso de autoconocimiento,
sino de un proceso en el que mutuamente se da y se recibe.
Cuando el cliente nos muestra su confianza y nos permite
participar en su vida, en realidad nos está haciendo
un regalo.
Si bien el encuentro se da entre personas adultas,
no debemos perder de vista al niño con sus sentimientos.
La Luna reacciona constantemente tanto a los mensajes
verbales como a los no verbales. Como consultores podemos
desencadenar intensas emociones en el cliente, que puede
darlas a conocer mediante señales de su lenguaje
corporal, su tono de voz, etc. Es muy importante percibir
y aceptar esas reacciones y no dejarse engañar
por la apariencia externa de una sonrisa calculada o
palabras amables. Ayudar al otro a avanzar en su crecimiento
también significa ayudarle a tomar conciencia
de lo que está sucediendo. En muchos casos esto
significa encararse a su frustración, rabia,
desilusión o tristeza. Se le puede animar a no
tener que representar un determinado papel, permitirse
ser débil, dejar de reprimir la realidad de lo
que está sucediendo. Para poder cambiar algo
se hace necesario reconocer la situación en la
que se está en toda su envergadura y eso, por
lo general, resulta muy doloroso. Pero nuestra total
atención es un signo de amor en el que puede
residir el inicio de la curación.
Debemos observar también nuestras propias reacciones
emocionales, pues nos indican dónde nos encontramos
y si está habiendo contacto. El cliente reacciona
a nosotros como personas y su reacción puede
ser de absoluta crítica y rechazo. El sentirnos
incómodos puede ser una señal de aviso
sobre los propios espacios que nos toca solucionar.
El conocimiento la comprensión y aceptación
que tengamos con nosotros mismos hará posible
aceptar a los demás con sus debilidades y sus
errores, tal como son, sin querer cambiarles o proponerles
"soluciones rápidas".
Cada cliente somete nuestra capacidad de amar, nuestra
capacidad de carga y de aceptación incondicional
a una nueva prueba. La experiencia enseña que
debemos trabajar para mantener nuestra propia Luna limpia
y clara. Merece la pena porque todos sabemos lo enormemente
beneficiosa, liberadora y curativa que es la experiencia
de ser verdaderamente aceptados por otro ser humano.
Este artículo se editó del texto original
del Boletín trimestral de la Escuela Huber de
Astrología. El texto, trascrito por Mavi
Alburquerque, se ha elaborado a partir de una conferencia
de Renata Klaesi, y forma parte del curso de Sinastría
que la escuela imparte por Internet.
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