Astro-Campus
Autor:
Juan Antonio Revilla
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LA PRÁCTICA DE LA PSICOASTROLOGÍA
I. Sobre la Astropsicología

Uno de las principales dificultades para explicar cómo procede el astrólogo psicológico, es que muchas veces la gente (y los astrólogos) andan buscando fórmulas fáciles, como quien va a comprar un producto al supermercado. Tenemos mentalidad de recetario de cocina, y pensamos que hacer astrología significa aplicar fórmulas y recetas previamente establecidas.

El astrólogo, tradicionalmente, no es un "escuchador", sino un "decidor". Tendemos a pensar que nuestra labor consiste en "predicar" (o predecir), y no en escuchar o aprender. Y el problema es que hay algunos astrólogos que piensan que esta actitud de aprender y de escuchar --en lugar del "yo sé mejor que usted"-- significa que uno es un mal astrólogo y que debería trabajar en otra cosa, sin darse cuenta de que esa actitud es más bien dañina e ingenua.

A pesar de lo que han manifestado con frecuencia algunos encandilados por el poder predictivo de la astrología, la vida no es una camisa de fuerza ni una matriz de compulsión. Es un sistema abierto de concordancias entre lo interno y lo externo, entre carácter y circunstancia, entre mecánica celeste y acontecer terrestre. Todo este sistema de relaciones sucede en el interior de la mente, que organiza la realidad y otorga nombre y significado a las cosas, de manera que con la imaginación es posible transformar la realidad en cuanto a experiencia vivida o por vivir.

En otras palabras, mi labor como astrólogo consiste en mostrar las posibilidades que la vida siempre ofrece, enfatizando que el resultado de un acontecimiento o experiencia no depende de "los astros", sino de lo que nosotros hacemos con lo que vivimos.

No requiere mucho esfuerzo mental entender que todas las personas tienen diferentes capacidades imaginativas, y que unos perciben muchas cosas donde otros no perciben nada. Hay quienes no creen en cierto tipo de experiencia o sentimiento porque nunca lo han vivido o no lo pueden sentir, y entonces proyectan su experiencia subjetiva sobre el resto del mundo. Desgraciadamente, los astrólogos hacemos esto con mucha frecuencia, y pretendemos que nuestra propia manera de entender la astrología es lo que la astrología es, y ya, sin darnos cuenta de que estamos generalizando nuestra propia perspectiva psicológica pretendiendo que es universal.

Todo esto es muy general, pero puede considerarse como mi respuesta a los que pretenden ver la astrología como un sistema para la predicción exacta. Igualmente se aplica a aquellos que utilizan fórmulas y recetas para sacar conclusiones acerca del karma y de la vida anterior de las personas. No hay fórmulas ni recetas a la hora de dar significado o de encontrar el sentido de las cosas. Sucede igual con la interpretación de lo sueños: jamás encontraremos en un libro lo que significa un sueño particular, aislado del contexto de la persona que se lo soñó.

Se ha pedido en el foro que los astrólogos psicológicos expongan sus casos concretos y sus "fórmulas" sin comprender el carácter orgánico y dinámico de la práctica de la astro-psicología, donde las relaciones y los significados --y la predicción de experiencias en lugar de acontecimientos-- surgen de la interacción viva con el cliente/paciente o consultante, del cual aprendemos y absorbemos tanto como ellos de nosotros, en una relación recíproca similar a la alquimia donde ambos salimos transformados y enriquecidos.

La astrología es como una moneda con dos caras: una es la teórica, los cálculos y toda la técnica, y la otra es la parte humana, pues ser astrólogo significa atender a la gente que viene en busca de guía y de orientación. Muchas veces se olvida esta segunda cara, y se olvida el hecho de que cuando uno trabaja con gente, la principal herramienta es uno mismo, mi propia personalidad. Y es esta relación dinámica y recíproca entre el cliente/paciente y el astrólogo la que retroalimenta a la otra cara, corrigiendo nociones erróneas y cerradas que pretenden ver la labor del astrólogo en un sentido nada más, donde lo teórico y numérico se aplica a la realidad. Pero la realidad también se aplica a lo teórico y numérico, corrigiéndolo y demarcando sus limitaciones.

Y la astrología tiene muchas limitaciones. Como vamos a ser buenos astrólogos si no conocemos a fondo y comprendemos estas limitaciones?

II. Sobre la sesión astrológica

Siempre se establece una relación con el cliente/paciente, relación que pertenece al campo psicológico y de lo espiritual, y se escapa del alcance de la astrología como normalmente la entendemos. Ser astrólogo no es nada más trabajar con números y con fechas: es también trabajar con gente, con sentimientos, con muchas preguntas que no tienen respuesta, con un misterio...

La sesión con un astrólogo siempre involucra grandes dosis de psicología y es esto lo que permite que, bajo ciertas condiciones, una sesión astrológica pueda convertirse en sesión de terapia, si el astrólogo se siente así inclinado y utiliza sus herramientas con ese propósito en mente.

Cuando se trabaja desde el enfoque psicológico, la consulta/sesión es algo vivo, siempre nuevo y diferente, donde aprendemos y quedamos con mutuo sentimiento de gratitud. No sabemos adónde va a parar. No sabemos lo que va a resultar. Yo sólo doy lo mejor de mí, y la persona, en retorno, comparte lo mejor de sí. Si da buenos frutos, es por la mutua confianza y la buena voluntad de los dos. Por eso siempre nos enriquecemos.

El fin de la sesión astro-psicológica no es nunca "predecir", ni tampoco hablar de "signos y planetas", sino ayudar a la persona a encontrarse a sí misma, por decirlo de alguna manera: el fin de la sesión no es "leer el mapa", sino ayudar.

El material de trabajo es la vida de alguien, su biografía. Mi herramienta principal es mi propia personalidad de terapeuta, tal como se manifiesta en mi gesto y en mi voz cuando atiendo a la persona. Y la astrología es como el bisturí con el que penetro en el corazón y las arterias de esta vida/biografía. Yo soy un artesano, un artista, quien con la ayuda del cliente/paciente, le estamos dando forma a su pasado y su presente, para ver en qué dirección va su vida, y poder ayudarle a que la pueda sanar.

Lo importante es tener siempre claro que nuestro objetivo no es "leer el mapa" sino ofrecer una ayuda. Esto requiere que uno esté muy atento a las diferencias de cada individuo, pues lo que ayuda a uno puede que al otro "no le llegue". Uno necesita mucho discernimiento y sentido de auto-crítica para poder percibir cuándo uno está ayudando y cuándo no.

La astrología es una herramienta o caja de herramientas que utilizo a discreción, como un cirujano utiliza su bisturí, pero es sólo eso. El misterio no está en la Astrología sino en el objeto a la que la queremos aplicar y en la relación que establecemos con este objeto.

Una herramienta puede ser utilizada para diferentes cosas. La astrología tiene la propiedad de poder extenderse en el tiempo ilimitadamente, por lo que puede ser utilizada para re-interpretar el pasado y para organizar las posibilidades del porvenir. Desde el punto de vista psicológico, la re-interpretación del pasado es undamental, sin la cual no es posible el auto-conocimiento y la curación, y el vaticinio pasa a un segundo o tercer plano. Ante la realidad rotunda, inagotable y milagrosa de mi presente, encarnación de mi pasado, el futuro deja de tener importancia.

Se trata de poder esclarecer la coherencia del Yo y de su historia. No "adivinar" los acontecimientos, sino la experiencia subjetiva que los acompaña, su sentido, el lugar que esas experiencias ocupan en el conjunto del orden y estructura de la biografía.

Desde el punto de vista psicológico, es muy ingenuo reducir un aspecto cualquiera por progresión, tránsito, o dirección, a un único acontecimiento o evento. El que está acostumbrado a trabajar con símbolos sabe las muchas formas que el símbolo asume en la realidad objetiva o externa, y lo mucho que se puede extender en el tiempo todo el abanico de posibles experiencias que un sólo símbolo ofrece.

Nunca dejamos de aprender. Nos damos cuenta de que la única manera de ayudar verdaderamente a los demás es conociéndome yo muy bien, lo cual es un proceso interminable, un esfuerzo sin fin por ofrecer algo de valor a los que llegan a mi consultorio. Cada consulta es siempre un gran esfuerzo, una nueva creación, algo nuevo que aprendí, un nuevo reto que pude superar. Yo no soy una máquina a la que el cliente paga y "oprime un botón" para recibir información.

Es tan importante aprender a escuchar, especialmente nosotros los astrólogos que sentimos que nuestro trabajo consiste sólo en hablar o en dar información. El mapa astrológico cobra vida solo cuando la persona comienza a hablar, y uno se comienza a maravillar...

Todas la vidas tienen un corazón donde se juntan el amor, el dolor y la muerte, y es sólo cuando llegamos a ese corazón cuando brotan las aguas de la vida que pueden curar. Si esto se oculta, jamás puede haber sanación. Cuando esto se toca, comienza la magia.

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III. Sobre nuestro involucramiento en la sesión

La forma en que el astrólogo usa la astrología refleja sus valores ante la vida, y también su propia dinámica psicológica personal, incluidos los mecanismos de defensa y las fijaciones y miedos infantiles. Por esta razón, la propia personalidad del astrólogo es su herramienta última más importante y poderosa, con la cual debe trabajar siempre y por necesidad. Su práctica es siempre un reflejo de su personalidad.

Quien tiene verdadera vocación para ser médico, sacerdote, psicólogo, psiquiatra, maestro, enfermero, etc., todas las profesiones que -como el astrólogo- intervienen directamente en el "karma" de la otra persona, no se dejará llevar por el argumento de que la evolución espiritual consiste en hacer que mis opiniones no interfieran en la vida de los demás.

El involucramiento personal del astrólogo -o del psicólogo- es inevitable. Como en los casos del aborto, de la eutanasia, la eugenesia, o la homosexualidad, no existe una fórmula universal que se aplica a todo el mundo y que nos evite la necesidad de comprometernos y encontrar una respuesta propia. En el caso del astrólogo tanto como del psicólogo, la palabra es una espada --o un bisturí-- con el que se puede herir tanto como sanar. Pero debemos entender que el acto de estar en sesión con un cliente o paciente es una convivencia recíproca donde las dos personas participan por voluntad propia y por propia responsabilidad.

Como fruto de la sesión, una parte de mí ha quedado en la otra persona, y la otra persona ha dejado una parte de sí dentro de mí. Nos reunimos por un acto de buena voluntad hacia el otro, de respeto mutuo, de aceptación de nuestros defectos, de aceptación de que cometemos muchos errores y de que nos podemos equivocar. Si el astrólogo pisotea mi libertad y mi dignidad, pues yo soy igual de indigno al estar ahí y tragarme las sandeces que me están diciendo...

No debemos subestimar la inteligencia del que consulta al astrólogo. Es un adulto, y fue allí por su propia responsabilidad. Y no es ningún inocente que se lo traga todo.

En otras palabras: la labor de un astro-psicólogo es una labor de dos, es una responsabilidad compartida en la que está de por medio siempre un ritual. Igual que con el médico, con el abogado, etc. No hay diferencia desde este punto de vista. ¿Se imaginan qué horror, el karma tan horrible que debe enfrentar un abogado que pierde un caso o un médico al que se le muere un paciente?

Yo intervengo en el karma de los demás, mi vida y la del otro han cambiado después de conocernos... ¡Sí! ¡Quizás por eso voy a tener una vida más corta! ¡Sí! Me he equivocado y he lastimado y muchas veces mis sesiones han sido un fracaso. ¡Sí! ¡Cuánto sufrimiento, cuanto dolor! ¡Pero quién se erige en mi juez? ¿Quién juzga mi intención y la relación que tengo con mis errores y mis fracasos? ¿Quién piensa que uno no se debe comprometer y no debe intervenir?

Si tú sabes que yo enciendo fuegos, y vienes a mí, entonces incendiémonos juntos. Echémonos en el río... ¿Adonde nos va llevar? ¡No lo sabemos! ¡Pero queremos estar aquí!

Abrazémonos. Pequemos juntos. Transgredamos. Que cada quién se ciña a sus errores y que no le eche la culpa al otro. Vivamos. Confiemos en el río que nos lleva. Muchos moriremos en el camino...

Las aguas de este río son más poderosas que las pretensiones racionalistas y simplistas de quienes pretenden que "uno no debe intervenir en el karma del otro." Si estás en el barro, yo me quiero embarrar contigo, para poder abrazarte y darte mi mano. Entonces, abrazados, de la mano, conociéndonos las almas, nos transformaremos y consagraremos los dos, porque seremos luz y cuerpo de un ángel o de un arcángel que bendecirá nuestro barro y nos llenará de su gracia.

Juan Antonio Revilla
San José, Costa Rica, 1999.

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