Ha finalizado la función, el telón cae
acariciando el piso del escenario, para abrirse nuevamente
dejando ver a todo el elenco de la obra. Actrices y
actores, saludan extendiendo los brazos hacia delante
o hacia los costados, unos. Otros en cambio menos efusivos
con un leve movimiento inclinan el cuerpo, bajando la
cabeza en una casi tímida actitud de agradecimiento.
Más todos ellos sienten bullir en su corazón
burbujas de euforia, orgullo y dignidad. Todos ellos
piensan que esa lluvia de aplausos le corresponde mas
que al compañero/a. Son el centro entre una multitud
de gente, que les sonríen, los ovacionan y los
adoran. Con el correr de los minutos los aplausos continúan,
la gente se ha puesto de pie. ¡Genio,
Diosa!, grita el público emocionado. Y
ellos llegan a un clímax, el cual les hace sentir
superior y su ego parece desbordar la materia de sus
cuerpos aún humanos.
Luego, después que todo finaliza, las luces
se apagan y el teatro queda vacío y en silencio
como una gran bóveda oscura, cada actor y cada
actriz, se cambia de ropa y sale a la vida. Pasan a
ser un hombre y una mujer más. Un hombre o mujer
común con sus obligaciones, defectos, virtudes
y necesidades. Hasta el día siguiente, en que
otra función habrá.
Y es hasta que otra oportunidad se le presente al nativo
del signo de Leo. Como el actor el nativo/a de este
signo de fuego busca ser el protagonista, necesita ser
el centro, para él es un deber acaparar la atención,
es una cuestión de dignidad.
El leonino utiliza todos los recursos que tiene a su
alcance para lograr su objetivo, y dado a la fijeza
del signo lo consigue por su perseverancia.
En muchas oportunidades me detuve a observar situaciones
en las que un Leo buscaba llegar a su meta y realmente
me asombré cuando noté que eran capaces
de muchas cosas.
Las metas leoninas poco tienen que ver con sus compañeros
de elemento es decir Aries y Sagitario. El primero es
hábil en el inicio y en la creatividad, cuanto
antes termine mejor para aprovechar y sacar frutos de
su trabajo, sin importarle demasiado si lo miran o no.
Logrado el objetivo, mucho no importa el resto. Sagitario
se dispersa más y se concentra en sus propios
deseos que son muchos.
En cambio Leo necesita convocar, que lo rodeen y sobre
todo llamar la atención de los demás.
Esta tarea no es sencilla ya que no siempre podemos
ser el centro de nuestra familia, amigos, trabajo etc.
Pero Leo se caracteriza por lograr que esto ocurra.
Para Leo la vida es un escenario
Una de las características más notables
en este signo, que advertí, se reiteró
con frecuencia en diferentes nativos y se trata de la
Generosidad. O mejor La Ostentosa Generosidad. La denomino
de esta forma porque todo lo que Leo realiza es ostentoso.
En más de una oportunidad me pregunté
si esta virtud de dar sin reparos, era espontánea
o una fingida actitud utilizada para acaparar la atención
de los demás. A la balanza la inclino por la
segunda opción. Leo disfruta dar cuando sabe
que esto le traerá como recompensa la adquisición
del título de magnánimo, hombre o mujer
desinteresado, que está mas allá de muchas
cosas mundanas.
Pero Leo está muy lejos de sentir así.
A este signo le cuesta dar, y mas lo que el cree que
es suyo o lo que a él le gusta. Mas aún,
Leo da un trozo y luego pide la pieza entera. Existe
en él una especulación que a veces no
lo ayuda a evolucionar.
Otra de las características que poseen, consiste
en rodearse de personas que se destaquen o brillen de
alguna manera. Si es públicamente mejor, ir a
fiestas importantes, codearse con gente de buena reputación
o de un nivel superior al que ellos tienen, o de un
poder económico también importante.
Es el ideal de todo Leonino, aunque para ello tengan
que renunciar a valores mas auténticos. Lo importante
es el brillar.
Lo esencial es la actuación, el brillo y ser
la atracción.
Esto no significa que Leo se reduzca solo a estas formas
de ser. Es un signo muy creativo, con una gran capacidad
de interpretar el arte y también con una gran
inteligencia cuando a la hora de investigar o de estudiar
se trata. Son muy buenos profesionales y como todo signo
de fuego poseen una intuición muy desarrollada.
Tienen un don muy particular que es entender los procesos
mentales y emocionales del individuo. Conozco muchos
leoninos que son psicólogos y realizan su trabajo
con una exquisita perfección.
También es un signo cálido y afectuoso
cuando ama.
Es poseedor de una gran riqueza interior que fluye
y nutre, siempre y cuando su Ego no interfiera. Cuando
esto ocurre ese tesoro de oro que alberga su alma se
invierte, convirtiéndolo en un esclavo de su
propio centro. Es cuando el quiebre se produce y el
nativo se pierde en un laberinto de necesidades banales
y superficiales llevándolo a cometer acciones
que tiran por el piso toda la riqueza interior. El afán
de destacarse y de brillar, como el orgullo desmedido
lo perjudican. La actitud de soberbia que los ataca
les hace pasar de la calidez a una indiferente frialdad,
donde solo ellos parecen importar.
Así es como vemos a nuestro nativo de Leo como
un ser humano distante, concentrado en si mismo y jugando
a representar un rol, como el actor que interpreta un
personaje.
Es frecuente notar que esa actitud no dura para siempre
y que al rey León se le cae la corona. Pero su
orgullo nunca le va a permitir sincerarse y decir la
verdad. Utilizará mil y un argumentos falsos
para justificar su derrota, pero jamás dirá
la verdadera causa de su fracaso. Una pérdida
que el mismo produjo por estar encadenado a su propio
ego.
Leo podría llegar a una reparación, con
sola una pequeña dosis de humildad y de valentía.
A pesar de su imagen de fortaleza, le falta valor para
enfrentarse y perdonarse a si mismo.
© Copyright por Claudia Lamata de Gigli
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