El 23 de septiembre de 1996 se cumplió el 150ºaniversario
del descubrimiento de Neptuno, y estamos aun a tiempo
de recordar las muy especiales circunstancias que rodearon
el hallazgo del octavo planeta.
Hagamos un breve repaso comparativo de la historia
de los descubrimientos de los otros dos transaturnianos:
Urano fue localizado por Herschel en 1781 sin que el
astrónomo inglés lo estuviese buscando;
es decir, por pura casualidad. En cuanto a Plutón,
sí que se buscaba -y además con ahinco-
el "planeta transneptuniano". Pero dada la
masa muy reducida de Plutón, resulta que no podía
en modo alguno causar las desviaciones observadas de
Urano y Neptuno, de modo que Tombaugh descubrió
al pequeño Plutón, al parecer también
"por pura casualidad"..., ¡a pesar a
estar buscándolo!
¿Y qué pasó con Neptuno? En este
aniversario han sido recordados numerosos datos más
bien anecdóticos cuyo carácter revelador
de la naturaleza del arquetipo focalizado por el último
planeta gigante salta a la vista para cualquiera que
posea unos mínimos conocimientos de astrología
o simplemente una pizca de sensibilidad simbólica.
Los despliegues de sentido que surgen a partir de sucesos
de carácter sincronístico siempre son
de lo más sorprendente, y en este caso tienen
que ver, de entrada, con las personalidades de los dos
científicos que protagonizaron el descubrimiento:
el francés Urbain Le Verrier y el británico
John Couch Adams, cuyos retratos -en la época
en que codescubrieron el planeta- tengo el gusto de
presentarles.
Disponemos de las coordenadas de nacimiento del descubridor
oficial de Neptuno, Le Verrier, que son además
bastante fiables ya que proceden del registro civil:
Saint-Lô (Canal de la Mancha), 11 de marzo de
1811, 10 A/M (hora local). Por el contrario, tan sólo
he podido conseguir la fecha y el lugar de nacimiento
de J.C. Adams, pero no la hora: Laneast (Lounceston),
Cornwall, 5 de junio de 1819. Centrémonos primeramente
en el mapa de Le Verrier: de entrada, vemos a Neptuno
angular en el Descendente, y "asociado" por
tanto a la persona del científico. Se trata,
como vemos, de un Neptuno en cuadratura con un Plutón
presente en el zénit eclíptico (e. d.,
en cuadratura al horizonte) y conjunto al Sol en el
neptuniano signo de Piscis. El segundo planeta que,
hallándose asimismo angular, encuadra el Dsc.,
es el materializador Saturno que, al igual que Neptuno,
se encuentra en Sagitario, el signo zodiacal que abre
las inmensas distancias... Enseguida veremos cuál
es el significado exacto, literal incluso, del "matrimonio"
de estos dos planetas exteriores, con el científico
galo.
Le Verrier, un hombre cuya pasión principal
(aunque no única) era su ilimitada curiosidad
por los objetos celestes, tenía -como es lógico-
el Asc. en Géminis, y el planeta regente de dicho
signo, Mercurio (presente en casa 10, y en angularidad
de MC) en 26o 24'del futurista y cósmico signo
de Acuario. Pues bien, los planetas Neptuno y Saturno
se encontraban en conjunción estrecha sobre tal
posición natal de Mercurio -exactamente en 25o
05' (Saturno) y en 25o 52' (Neptuno) de Acuario- en
el instante de producirse el definitivo descubrimiento
visual de Neptuno. Cosa que ocurrió en el observatorio
de Berlín, el 23 de septiembre de 1846, a las
21 h. 49 m. GMT ("a las 22 h 52 m de tiempo sideral").
¡De manera que los dos planetas lentos "asociados
astrológicamente a Le Verrier" (puesto que
ocupaban su Dsc) se reunieron entonces justamente sobre
el profesional y vocacional Mercurio (regente de Asc
y de casa 5) de Le Verrier, presente en su MC! Sobre
un Mercurio en Acuario, que marcaba al sabio descubridor
de la manera más explícita quese puede
imaginar... Y si uno de tales planetas lentos era
el propio Neptuno, el otro era el factor objetivador
por excelencia: Saturno. (Lo menos que se puede decir
es que estamos "ante un caso de libro"...,
devant un cas de figure!). Volveré enseguida
sobre la configuración global instalada en aquel
momento-clave en que la humanidad tomó conciencia,
a través de la comunidad de los científicos,
de la existencia de un "nuevo" planeta en
el sistema solar.
¿Cómo describen a Le Verrier sus contemporáneos?
Dicen de él que le marcaban enormemente dos rasgos
psicológicos: su entrega vocacional y el despotismo
con que trataba a sus subordinados. Neptuniano el primer
rasgo, y plutoniano el segundo...
¿Y qué se puede decir del poco afortunado
J.C. Adams, que hallándose a dos pasos de pasar
a la historia como el descubridor de Neptuno, se quedó
en "segundón aguafiestas"...? Sin embargo,
todo apunta a que él había descubierto
Neptuno un poco antes que Le Verrier. Cierto que no
tenemos la hora de nacimiento de Adams, pero desde luego
no está prohibido especular al respecto (sobre
bases caracteriales), y pienso hacerlo enseguida.
En todo caso, parece estar sólidamente establecido
que Adams y Le Verrier llegaron simultáneamente
y sin haber trasvase de datos en ninguno de los dos
sentidos, a situar con excelente aproximación
a Neptuno en el firmamento, utilizando métodos
matemáticos basados en las desviaciones observadas
en el desplazamiento de Urano. Es de destacar, por cierto,
que en el momento en que el astrónomo berlinés
Galle llevó a cabo la primera observación
"oficial" de Neptuno siguiendo las instrucciones
remitidas por Le Verrier, Urano ocupaba el vocacional
y "teleológico" zénit eclíptico,
y gobernaba la conjunción mundial Saturno-Neptuno
situada en el signo de Acuario (la cual al tiempo protagonizaba
y constituía el telón de fondo astrológicomundial
de aquel instante histórico). Subrayemos que
la conjunción ocupaba la casa 9ª, la del
pensamiento superior.
Volviendo al tema principal, está meridianamente
claro que un descubrimiento que llevan a cabo -haciendo
jugar una sincronicidad clásica, en el sentido
de Jung- dos investigadores que trabajan independientemente,
manifiesta un carácter tanto neptuniano-píscico
como "géminis"... ¿Quizás
también plutoniano? Vamos por partes. De entrada
detectamos la "geminianidad" de ambos científicos:
Adams era "géminis" por signo solar,
y Le Verrier tenía el Asc en el tercer signo
del Zodiaco; es más, si la hora natal registrada
de Le Verrier es la correcta, su Asc estaba en orbe
de la conjunción con el Sol natal de Adams. Así
que cada uno de los dos científicos era una especie
de "hermano gemelo" del otro, y cabe incluso
preguntarse qué versión del mito de Cástor
y Pólux ponen es escena los astrónomos
Urbain Le Verrier y John Couch Adams...
Parece cierto, asimismo, que los dos sabios pasaban
olímpicamente por encima de las rencillas que,
a su pesar, provocaron entre sus países respectivos,
Inglaterra y Francia, y que incluso llegaron a convertirse
en excelentes amigos (nos topamos aquí con otro
dato píscico-neptuniano). Por lo demás,
sus temperamentos no eran nada parecidos: Le Verrier
poseía -ya lo hemos dicho- un carácter
muy dominante, mientras que Adams, en cambio, no
debía tener un ego demasiado inflado, a la vista
de su inclinación a olvidar las ofensas.
Se diría, pues, que a Le Verrier se le notaba
su conjunción Sol-Plutón zenital, por
mucho que la misma estuviera en Piscis. En cuanto a
Adams... es difícil -como decíamos- resistirse
a la tentación de especular sobre su hora de
nacimiento, y a fin de cuentas se trata de un ejercicio
que puede tener sentido. Me parece que podemos apostar
por un Asc en Piscis (¿verdad que lo habían
adivinado...?; el "pobre Piscis" es el sempiterno
perdedor en este mundo, de cuya vanidad él da
testimonio). Además, Neptuno y Urano -conjuntos
cuando él nació- ocuparían su MC,
lo que es sumamente coherente. Aunque un dato contradictorio
podría ser esa conjunción Saturno-Plutón
que tendría en el Asc. ¿Sería entonces
Adams también plutoniano, como Le Verrier? Bueno,
de acuerdo con la visión que tenemos de Plutón
la mayoría de los astrólogos, plutoniano
tendría que ser, en todo caso, quien se enfocara
de manera absoluta y exclusiva en el intento de localizar
un planeta, y pusiera en ello todas sus energías
desde muy joven... Pero Adams -a diferencia de Le Verrier-
no era prepotente (no tenía una conjunción
Sol-Plutón) sino sólo obstinado hasta
extremos difícilmente imaginables. El tenía
una única mira: descubrir el planeta que perturbaba
el movimiento de Urano. Y nada más le importaba,
ni siquiera su propio ego. Pienso que respondía
perfectamente a la conjunción Plutón-Saturno
en Piscis que estaba instalada cuando él nació,
y que -creo yo- debía tener en el Asc. Así
pues, su meta, representada por su MC y su zénit
eclíptico casi coincidentes, no eran nada más
que... Urano y Neptuno.
Pero incluso aceptando esta hipótesis (de acuerdo
a la cual Adams habría venido al mundo alrededor
de la una de la madrugada), el británico sería
menos plutoniano que el francés, dado que Adams
no tenía Plutón angular "por cuerpo",
sino ocupando en domitud el último tercio de
la casa 1ª.
Para resumir de una manera visual y gráfica
lo que intento hacer ver en relación a los
co-descubridores de Neptuno, llamo la atención
sobre la fisonomía muy píscico-neptuniana
de Adams, por un lado, y sobre la muy plutoniana de
Le Verrier, por otro. Y es, por cierto, de lo más
normal que el más plutoniano de los dos fuese
aquél que se llevó casi toda la gloria
del descubrimiento.
El ciclo Neptuno-Plutón pasaba por la fase de
sextil involutivo -con menos de 1o de orbe- en el momento
de ser descubierto Neptuno; y sobre este aspecto y la
estructura geométrica de que formaba parte
habré de volver. De hecho, tanto Le Verrier como
Adams habían nacido bajo la cuadratura involutiva
(el aspecto mayor inmediatamente anterior) Neptuno-Plutón,
un aspecto que especialmente Le Verrier tenía
muy valorizado en su carta (y seguramente también
Adams si la hipótesis que he expuesto acerca
de la hora de su nacimiento es correcta). Estos datos
de aspectación apuntan a la estrecha complementariedad
existente entre los arquetipos focalizados por los dos
planetas más exteriores, la cual se refleja
también en el juego de las dominantes astrológicas
y temperamentales que observamos en los dos astrónomos
que co-descubrieron a Neptuno. Pero el dato sincronístico
fundamental -que cabe calificar, sin exageración,
de asombroso- que revela la estrecha relación
entre los arquetipos neptuniano y plutoniano, tiene
que ver con los modelos orbitales que tanto Adams como
Le Verrier habían establecido para "el planeta
transuraniano" antes del descubrimiento. Lo sorprendente
es que los dos astrónomos habían calculado
órbitas erróneas para el último
planeta gigante, y que dichas órbitas -concebidas,
como ya se ha dicho, simultáneamente y por separado-
se parecen mucho entre sí, e igualmente a la
verdadera órbita... de Plutón.
El punto del que partieron ambos investigadores parecía
lógico: tanto Le Verrier como Adams supusieron,
cada uno por su lado, que el planeta que buscaban cumplía
-al menos aproximadamente- la ley de Bode, que da las
distancias medias de los planetas al Sol. Pero se equivocaron,
porque el anárquico Neptuno no cumple en absoluto
dicha ley pitagórico-numérica -que recuerda
un poco las "leyes" de la físico-química
cuántica- que estructura el resto del sistema
solar. Y el planeta que buscaban, en lugar de encontrarse
a unas 38 UA del astro rey, estaba a sólo 30
UA del Sol, recorriendo una órbita que (a diferencia
de las excéntricas que habían calculado)
era casi circular.
En el dibujo adjunto se representan las órbitas
del planeta hipotético calculadas por Le Verrier
y por Adams, junto con la verdadera órbita de
Neptuno. Las órbitas establecidas teóricamente
se parecen bastante -teniendo en cuenta su forma y las
dimensiones de sus ejes- a la verdadera órbita
de Plutón. (Un paréntesis: los descubrimientos
de Neptuno y de Plutón se distanciaron en el
tiempo un ciclo de Urano: 84 años; echen Vds.
mismos la cuenta: lo que va de 1846 a 1930). En lo que
se refiere al período de revolución supuesto
para el planeta, este debía ser de 217 años
según Le Verrier, y de 227 según Adams,
hallándose comprendido, pues, entre los períodos
de revolución verdaderos de Neptuno (164 años)
y de Plutón (247 años), pero más
cerca, en todo caso, del segundo que del primero.
Volvamos ahora al tema del descubrimiento. En él,
además de lo que ya se ha dicho, cabe observar
lo siguiente:
a.- El signo de Cáncer en el Asc., la Luna (su
regente) en Escorpio, y Piscis en el MC: aquí
tenemos un Triángulo de Agua formado por los
dos ángulos mayores y por el luminar nocturno,
que regía el Asc. Queda bien claro (¡por
si alguien lo dudaba!) que el "gobierno" (=
MC) corresponde a Piscis.
b.- El Sol en 00 Libra, al haberse descubierto Neptuno
"casualmente" en el equinoccio de otoño.
El luminar diurno ocupaba, pues, el punto cardinal del
Otro Arquetípico, el punto zodiacal del Espejo,
en que sólo puede llegarse al yo a través
del no-yo.
c.- Todos los planetas personales están bajo
horizonte, y todos los no-personales están sobre
horizonte: la individualidad diferenciada pasa, para
Neptuno, al reino de la sombra...
d.- Una extraña figura de aspectos, perfectamente
simétrica, que adquirió aun mayor nitidez
al día siguiente, 24 de septiembre, cuando
el astrónomo avistador, el berlinés Galle,
comprobó que el cuerpo celeste no catalogado
que había localizado la víspera, se había
movido con respecto al telón de fondo de estrellas
fijas, y de ello dedujo que tenía que ser un
planeta. La figura en cuestión consta de un núcleo
que es un Dedo del Destino -o "Yod"- cuya
base es el citado sextil existente entre Saturno-Neptuno
y Plutón, y cuyo vértice es un Marte situado
en 26o Virgo y casa 4ª, y de una periferia formada
por biquintiles (Plutón -Mercurio, y Saturno/Neptuno
- Sol) que tiene el efecto de aumentar la simetría
global de la figura, focalizada evidentemente
sobre Marte.
Si volvemos a comparar la carta del descubrimiento
con la del "descubridor oficial", Le Verrier,
veremos que este mismo Marte transitaba exactamente
su Caput Draconis natal... ¿Y qué significado
cabe atribuir a esta estructura tan compleja y de tan
elevada simetría, que se focaliza sobre un Marte
situado en 26o Virgo precisamente (¿por qué
ahí?) que estaba transitando el Nodo Norte Lunar
de Le Verrier? Bueno, de entrada, un Marte en Virgo
parece aludir al método científico seguido,
y que -aunque fuese a trancas y barrancas- condujo al
descubrimiento de Neptuno, un método de tipo
yang -"de hemisferio izquierdo"- que, como
tal, es fuertemente analítico y utiliza ciertos
instrumentos que tienen forma fálica o de
arma: los telescopios, con los cuales se apunta hacia
el firmamento... Pero, de todos modos, ¿qué
hacía ese Marte transitando justamente la Caput
natal de Le Verrier? ¿Y por qué juega
un papel tan relevante en la carta del descubrimiento
de Neptuno? Para responder a esta pregunta, conviene
decir primero dos palabras sobre el Eje de los Nodos
Lunares, sobre el Dragón...
El Dragón lunar -o gaiano, como prefiero llamarle-
nos obliga a volver al pasado para así resolver
o "acabar" lo que se había dejado a
medias. Esto, tanto a nivel individual como a nivel
transpersonal-colectivo. Pues bien, Vds. mismos van
a tener ocasión de comprobar enseguida que nos
encontramos ante un caso extraordinariamente nítido
de un funcionamiento nopersonal del Eje del Dragón.
Veamos exactamente de qué se trata:
Viajemos hacia atrás en el tiempo. Como siempre
exige el Dragón, y como se lo demandó
a Le Verrier, quien tenía por cierto su Caput
en 5ª (creatividad y vocacionalidad). Hemos ido
a parar a comienzos del año 1613 y a Italia:
un hombre entrado en años de barba canosa y mirada
inteligente se prepara para observar el cielo nocturno
a través de un telescopio primitivo; el viejo
es Galileo, que se halla enfrascado en el estudio de
los grandes satélites de Júpiter que él
mismo ha descubierto hace poco. En un cuaderno, Galileo
traza esquemas y toma notas referentes a lo que, noche
tras noche, ve por su telescopio... Dibuja el disco
bandeado de Júpiter, y los cuatro satélites
alineados en el plano ecuatorial del planeta, que van
cambiando de posición bastante rápidamente,
incluso algunos en el transcurso de una misma sesión
de observación. El sabio de Pisa dibuja también
algunas estrellas fijas que le sirven de referencia
para medir el desplazamiento de los satélites
y del propio Júpiter; dichas estrellas, naturalmente,
no modifican sus posiciones relativas, ¿pero
de veras es así...?, ¡porque hay una estrella
muy cercana a Júpiter, que sí que cambia
ligeramente de posición con respecto a las otras!
Galileo pinta la estrella anómala, y deja clara
constancia de su inesperado desplazamiento en los
dibujos esquemáticos que realiza de finales
de diciembre de 1612 a finales de enero de 1613, pero
no escribe ni una sola palabra sobre ella ("demasiados
problemas con la Inquisición he tenido ya",
debió pensar). ¿De qué estrella
se trata? Le pedimos al ordenador que nos dé
las posiciones planetarias para el día 1 de enero
de 1613, y vemos a Júpiter en 26o 22' Virgo,
y a Neptuno en 26o 28' Virgo... Pues sí, como
ya notara Kowall (el descubridor, por cierto, del
asteroide-cometa Quirón) en 1980, Galileo fue
el primer científico que observó Neptuno,
y lo hizo precisamente en ocasión de hallarse
el planeta en estrecha conjunción con Júpiter
(llegó a haber, de hecho una ocultación
de Neptuno por Júpiter) en el grado 26 de Virgo.
Pero Galileo guardó silencio sobre su descubrimiento:
debió darse cuenta de que había encontrado
un nuevo planeta, ya que vio moverse una "estrella",
pero decidió ocultar su hallazgo. Lo menos que
se puede decir es que es bien curioso que tanto Neptuno
como Júpiter estuvieran en su exilio astrológico
en aquel preciso momento... ¡en que Neptuno fue
relegado "al exilio" por uno de los padres
de la ciencia moderna!
Y héte aquí que dos siglos más
tarde nació un niño de apellido Le Verrier,
cuya Caput Draconis estaba a menos de 1o de distancia
del punto que conjuntamente ocupaban Neptuno y Júpiter
en el momento en que el planeta transpersonal fue observado
por Galileo. (Digamos de paso que la observación
en cuestión se llevó a cabo gracias a
Júpiter, sí..., pero más aun gracias
a sus satélites, cuyos nombres convocan a cuatro
amantes de Zeus: estamos ante la faceta acuosa de la
empatía jupiteriana, que apunta hacia la
común regencia de Piscis, signo de exaltación
de Venus5, por Júpiter y por Neptuno). Pues bien,
su Nodo Norte en 26o Virgo, le transmitió a Le
Verrier el "encargo" de remover el pasado.
Y cuando un tránsito de Marte sobre esa misma
Caput actualizó el punto zodiacal -y el correlativo
instante del pasado- en el que Neptuno había
sido, una vez, visto..., sólo entonces el mercurial
anuncio del descubrimiento del planeta (el Mercurio
de Le Verrier, en 26o Acuario, activado por la conjunción
exacta Neptuno-Saturno del momento, que caía
exactamente en ese mismo grado) fue hecho público,
por fin.
Pero las nieblas que rodeaban a Neptuno no acabaron
de disiparse con su descubrimiento. Más allá
de un vago disco azul oscuro, que era todo lo que podían
mostrar los mejores telescopios, la imagen óptica
del último planeta gigante estuvo fuera del alcance
de la humanidad todavía durante siglo y medio...
Hubo que esperar a que una de las sondas Voyager pasara
junto a él, el 25 de agosto de 1989, para poder
disfrutar de las primeras imágenes nítidas
del Señor de las Aguas. Sólo así
hemos podido contemplar, por fin, al bellísimo
e impresionante planeta Neptuno, cuyos tonos oscilan
entre los múltiples del azul y el violeta oscuro,
y que tiene una gran mancha alargada que recuerda un
ojo ciclópeo... Porque no creo que haga falta
una imaginación excepcional para que este llamativo
detalle del mapamundi neptuniano -que ha sido bautizado
como la Gran Mancha Oscura- resulte evocador de un inmenso
ojo: el ojo visionario del Neptuno astrológico.
Acompañan las posiciones planetarias (desgraciadamente
sin hora) de la recepción de las fotos del Voyager.
Vemos, de entrada, que Neptuno volvía a estar
en conjunción con un Saturno digno y fuerte por
hallarse domiciliado: esta vez en Capricornio (en el
descubrimiento estaba en Acuario). Parece, pues, que
sólo un Saturno potente hace posible la concretización,
la materialización, del más evasivo de
los planetas-arquetipos... Además Plutón
estaba nuevamente en sextil con Neptuno: ahora se trataba
del sextil evolutivo en lugar del involutivo. Y el sextil
es un aspecto de naturaleza eminentemente cognitiva,
ligado al elemento Aire. Por otra parte, se trata de
otro mapa fuertemente estructurado por figuras
de aspectos.
Sin embargo, lo más impresionante vuelve a ser
la posición del Dragón, cuya Cabeza está
en 25o Acuario, ¡casi exactamente donde se encontraba
Neptuno al ser descubierto! El gran "movilizador
del pasado", el Dragón, ofrecía pues
una nueva oportunidad de cara al conocimiento del misterioso
Neptuno, igual que había ofrecido otra antes,
a través de Le Verrier, si bien entonces -hacía
siglo y medio- el puente temporal dracónico había
sido tendido hacia la proto-observación "oculta"
de Galileo.
Notas
1. Cf. Philippe Henarejos, "Neptune, la guerre
des pères" in Science et Vie, nº947,
París, agosto 1996.
- Mark Kidger, "Neptuno, 150 años de su
descubrimiento" in Universo, nº19, Barcelona,
noviembre 1996.
2. Fuente: Astralis, nº23.
3. Según las enciclopedias Espasa (completa)
y Britannica, en sus respectivos apartados referentes
a este astrónomo inglés.
4. Cf. Pierre Saint-Jean, art. cit.
5. Conviene recordar que ya Manilius propuso la regencia
de Piscis por Neptuno, en su curiosísimo cuadro
de regencias de los signos por dioses del panteón
romano. Cf. Astronomicon, libro 2º(trad. Demetrio
Santos, Editorial Barath, 1982, Madrid).
6. Este "ojo", por lo demás, se abre
y se cierra: en los últimos ocho años
desapareció la Gran Mancha Oscura, pero apareció
enseguida otra análoga.
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