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La Venus de Laussel
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Por todas partes del
mundo, los objetos de la naturaleza, sobre todo
los ciclos basados en los movimientos celestes,
han ejercido un particular foco de atención
sobre los hombres: las marcas de caza de Marshack,
el zodíaco de Susfana, svásticas tanto
en Noruega como en Tiawanaco, Bolivia (5.000 A.C),
el calendario solar de Heliópolis (4.241
A.C), círculos concéntricos en Bretaña
(3.800 a.C.), ziggurats en Mesopotamia (3.000 a.C.),
el observatorio astronómico de Stonehenge,
Inglaterra (2.400 a.C.); son sólo algunos
de los restos arqueológicos que así
lo atestiguan.
En la foto, la prehistórica Venus de Laussel
sostiene un cuerno con marcas indicadoreas del ciclo
lunar. |
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Los primeros indicios que nos hablan de una observación
metódica del cielo datan de una fecha tan lejana
como 15.000 años antes de Cristo, en astas o huesos
encontrados por Marshack y que poseen incisiones que él
consideró marcas de caza, basadas en un calendario
lunar.
Cerca del año 10.000 a.C. se encontraron en el
noreste de Africa, en la localidad de Susfana, lo que
se ha interpretado como la primera muestra de un zodíaco,
donde podían verse una svástica y doce signos,
unificando el ciclo lunar (svástica) con el ciclo
anual o solar (zodíaco).
Tanto en estos casos como en el de las pinturas rupestres
de Altamira y Lascaux (donde algunos interpretan la representación
de la bóveda celeste) estaríamos hablando
de la prehistoria de la astrología y de un pensamiento
mágico propio de la infancia de la humanidad.
Hasta la época de los primeros filósofos
de Grecia, fue el pensamiento mítico el que generó
la explicación de toda experiencia humana. Y son
los mitos cosmogónicos los que relatan en las diferentes
culturas el origen del mundo.
Cerca del año 700 a.C. ocurre un cambio fundamental
en el pensamiento. Aparecen en Grecia los primeros filósofos,
llamados los "filósofos de la naturaleza".
Este cambio que va del pensamiento mítico al racional,
se habilita cuando, tanto Homero con su Ilíada
como Hesíodo con su Teogonía, transcriben
las historias referidas a los dioses dando lugar a una
posterior profundización con crítica y debate
acerca de estas historias, trasmitidas sólo oralmente
a lo largo del tiempo.
Podemos pensar que en este momento la astrología
podría haber sido alcanzada por la ola desmitificadora,
pero lo que ocurrió fue que el mismo pensamiento
racional se utilizó para intentar legitimarla.
Según Empédocles, los cambios en la naturaleza
se dan porque los cuatro elementos (en diferentes proporciones)
constantemente se separan y se juntan, gracias a dos fuerzas
que llamó "odio" y "amor" respectivamente.
No se sabe si Empédocles tuvo algún contacto
con las ideas egipcias o babilónicas, pero es
evidente la relación entre su filosofía
y la astrología, donde aún hoy hablar
de las cuadruplicidades de los doce signos es parte
de la columna vertebral del saber astrológico.
Asimismo la diferenciación de las fuerzas activas
de la naturaleza en la polaridad amor /odio se relacionan
con las fuerzas activas que, según la astrología
caldea (y luego por la astrología como un corpus),
son vehiculizadas por dos pares de planetas polarizados
como benéficos: Venus y Júpiter (amor)
y maléficos: Marte y Saturno (odio).
En el Timeo, Platón nos muestra la cosmología
astrológica subyacente en su filosofía.
Relata que el Demiurgo (el dioscreador) creó
el mundo a partir de los cuatro elementos. Todo en la
creación tiene existencia, es idéntico
o diferente a algo.
Los primeros indicios que nos hablan de una observación
metódica del cielo datan de una fecha tan lejana
como 15.000 años antes de Cristo, en astas o
huesos encontrados por Marshack y que poseen incisiones
que él consideró marcas de caza, basadas
en un calendario lunar.
Cerca del año 10.000 a.C. se encontraron en el
noreste de Africa, en la localidad de Susfana, lo que
se ha interpretado como la primera muestra de un zodíaco,
donde podían verse una svástica y doce
signos, unificando el ciclo lunar (svástica)
con el ciclo anual o solar (zodíaco).
Tanto en estos casos como en el de las pinturas rupestres
de Altamira y Lascaux (donde algunos interpretan la
representación de la bóveda celeste) estaríamos
hablando de la prehistoria de la astrología y
de un pensamiento mágico propio de la infancia
de la humanidad.
Hasta la época de los primeros filósofos
de Grecia, fue el pensamiento mítico el que generó
la explicación de toda experiencia humana. Y
son los mitos cosmogónicos los que relatan en
las diferentes culturas el origen del mundo.
Cerca del año 700 a.C. ocurre un cambio fundamental
en el pensamiento. Aparecen en Grecia los primeros filósofos,
llamados los "filósofos de la naturaleza".
Este cambio que va del pensamiento mítico al
racional, se habilita cuando, tanto Homero con su Ilíada
como Hesíodo con su Teogonía, transcriben
las historias referidas a los dioses dando lugar a una
posterior profundización con crítica y
debate acerca de estas historias, trasmitidas sólo
oralmente a lo largo del tiempo.
Podemos pensar que en este momento la astrología
podría haber sido alcanzada por la ola desmitificadora,
pero lo que ocurrió fue que el mismo pensamiento
racional se utilizó para intentar legitimarla.
Según Empédocles, los cambios en la naturaleza
se dan porque los cuatro elementos (en diferentes proporciones)
constantemente se separan y se juntan, gracias a dos
fuerzas que llamó "odio" y "amor"
respectivamente.
No se sabe si Empédocles tuvo algún contacto
con las ideas egipcias o babilónicas, pero es
evidente la relación entre su filosofía
y la astrología, donde aún hoy hablar
de las cuadruplicidades de los doce signos es parte
de la columna vertebral del saber astrológico.
Asimismo la diferenciación de las fuerzas activas
de la naturaleza en la polaridad amor /odio se relacionan
con las fuerzas activas que, según la astrología
caldea (y luego por la astrología como un corpus),
son vehiculizadas por dos pares de planetas polarizados
como benéficos: Venus y Júpiter (amor)
y maléficos: Marte y Saturno (odio).
En el Timeo, Platón nos muestra la cosmología
astrológica subyacente en su filosofía.
Relata que el Demiurgo (el dioscreador) creó
el mundo a partir de los cuatro elementos. Todo en la
creación tiene existencia, es idéntico
o diferente a algo.
El Demiurgo creó al mundo y le dió un
alma, el "ánima mundi", luego lo partió
en dos mitades, creando dos franjas circulares oblicuas
entre sí, el Ecuador y la Eclíptica.
La franja del Ecuador responde a lo idéntico
ya que es única y rota siguiendo el movimiento
de la esfera celeste. La franja oblicua, la Ecliptica,
rota en dirección contraria, se subdivide en
siete círculos desiguales que forman los círculos
o esferas del sol, la luna y los planetas y que conforman
el movimiento de lo diferente.
Está implicita aquí la idea pitagórica
(y por ende también caldea) de la armonía
de las esferas. Platón halló razón
y lógica en los movimientos de la esfera celeste.
La materia del alma del mundo es una sola, cuando un
individuo emplea su intelecto el movimiento de su alma
se une a los movimientos celestiales del alma del mundo.
Si conocemos la identidad de las cosas estamos en contacto
con el Ecuador, si conocemos la diferencia es porque
estamos en contacto con la Eclíptica. El Demiurgo
nos hizo a nosotros con la misma materia del alma del
mundo, cada uno de nosotros tiene su propia estrella
y antes de encarnar se nos mostró como funciona
el cosmos. Así es que la contemplación
del cielo nos ayuda a recordar vagamente nuestro origen.
Los signos del zodíaco en la astrología
mística posterior toman de Platón la expresión
de formas "ideales".
Algunos años antes de Cristo surgieron en Alejandría
muchas religiones e ideas filosóficas nuevas,
a partir del "sincretismo", la mezcla de religiones
antiguas que se daba.
Una de las más importantes fue el hermetismo,
de origen egipcio. Proviene su nombre de Thot-Hermes,
más conocido como Hermes Trismegisto (el tres
veces grande), una figura que es una mezcla de mito
y realidad.
Las obras atribuidas a Thot-Hermes son numerosas, hay
obras prácticas de astrología y alquimia,
como el Liber Hermetis, el Picatrix y la Tabla Esmeralda,
estas dos últimas más tardías,
y con seguridad, la autoría no pudo ser de Hermes
Trismegistos, pero si de sus seguidores, los filósofos
herméticos.
El hermetismo refleja una tradición diametralmente
opuesta al racionalismo aristotélico, es más
un cuerpo místico de doctrinas, una forma mística
de pensamiento. Ensalza la experiencia numítica,
el conocimiento directo con lo sagrado.
La frase "Como es arriba es abajo", sintetiza
el pensamiento hermético y demuestra la relación
íntima entre hermetismo y astrología.
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