El Reichelt o vigintil es de mucha importancia pero
no en diagnóstico y pronóstico entendidos
en la forma usual. Su valor se halla junto con el quincuncio
en Astrología Esotérica donde estos aspectos
miden el potencial de auto-transmutación de un
individuo.
De lo anterior resulta evidente una propiedad útil
de la paridad del índice de aspecto. Un aspecto
y el aspecto doble tienen la misma paridad y por ende
poseen la misma naturaleza.
En efecto I(2A)=I(A) +2 y ambos son pares o impares.
Así por ejemplo, tenemos I(90)=13=I(45)+2=11+2.
Esta sencilla propiedad nos orientó para explicar
la componente inicial desagradable de la sesquicuadratura.
En este caso el aspecto doble sería 270=2x3x3x3x5
e I(A)=16 par. Pero un aspecto de 270 es en realidad
una cuadratura (360-270=90) y esto explicaría
la paradoja de la aparición de dificultades iniciales.
Con otros aspectos favorables esto no ocurre. Por ejemplo
I(120)=14 e I(240)=2+14=16 pero en realidad el aspecto
de 240 es otro trígono y no hay por tanto mezcla
de dificultades.
Lo mismo ocurre con el sextil cuyo aspecto doble es
el trígono y tampoco aparece dificultad alguna
en el caso de este aspecto. En cambio con el inarmónico
quincuncio aparece una mezcla de bien que es la esperanza
o deseo inicial. Tenemos en este caso 150=2x3x5x5, I(150)=15,
I(300)=2+15=17 pero en realidad el aspecto de 300 es
un sextil pues 360-300=60 pero la alegría pronto
acaba... Todo esto pone en evidencia el interés
del aspecto doble y del suplementario a 360Ò
de este.
CONCLUSIÓN
Lo esencial de lo anterior es, en parte, disponer ahora
de un indicador para saber si un aspecto es benéfico
o maléfico. Para los aspectos clásicos
esto ya lo debe saber de antemano el astrólogo
en base a su formación y experiencia. Pero esto
constituye una orientación valiosa para investigar
nuevos aspectos. De todas formas aquí se han
clarificado algunos puntos que distaban de haber sido
satisfactoriamente comprendidos en el pasado. Pero hay
otra cosa aquí de mucha importancia. Se trata
de captar la idea tras la idea y comprender el lenguaje
de simbolismo cósmico que es la Astrología.
Ella emplea como codificación en el significado
de un aspecto una idea abstracta como es la factorización
del valor de un ángulo en factores primos.
Todo esto manifiesta una vez más el ORDEN IMPLICADO,
para emplear la feliz expresión del físico
D. Bohm. Nuevamente se revela en esto la Mente Cósmica
que nos expresa hechos concretos simbolizados a través
de ideas matemático-geométricas, lo que
justifica el decir de Platón que figura en el
epígrafe. Pero no queremos concluir este artículo
sin considerar una sucesión numérica cuya
significación aritmosófica es de la más
grande importancia para los astrólogos que conocen
verdaderamente los fundamentos herméticos de
nuestra disciplina. La denominaremos SUCESIÓN
FUNDAMENTAL pues de su análisis surge con claridad
por que los signos o constelaciones zodiacales deben
ser exactamente doce (sin variaciones o agregados fantasiosos).
Del mismo modo ( y como si lo anterior fuera poco) resulta
que el número de grados monómeros es de
exactamente 360.
Se obtiene dicha sucesión partiendo del cero
e introduciendo en cada paso un número primo
siguiendo el orden de tal sucesión y aumentando
en cada paso en una unidad todos los exponentes. Así
obtenemos
0=0, 2Ò=1, 2=2, 2x2x3 =12, 2x2x2x 3x3x 5=360
donde en cada termino se aumenta en una unidad el exponente
de los primos que ya figuran y se agrega como factor
el siguiente número primo.
El significado aritmosófico es evidente. El
cero representa el Absoluto inmanifestado, el Parabrahm
hindú o el Ain de los cabalistas. El uno representa
el origen y comienzo de la manifestación, Brahm
o Kether. El dos el surgimiento de la dualidad o polaridad
en la manifestación al materializarse los opuestos.
El doce es la armonización de la manifestación
siguiendo doce arquetipos celestes donde se combinan
triplicidades y cuadruplicidades de acuerdo a 3x4=12.
Esto corresponde a las tres Gunas o cualidades de los
hindúes y los cuatro Tattwas o Elementos Materiales
(FUEGO AIRE AGUA - TIERRA. Aquí
debe excluirse el Akasha o éter que es inmaterial).
Por último 360 corresponde a la multiplicidad
que se concreta y subdivide en correspondencia con los
grados monómeros. En efecto al pasar de 12 a
360, multiplicamos el primer número por 2x3x5=30
(o si se prefiere 10x3=30), lo que nos indica la cantidad
de divisiones por decanato y por signo.
La última consideración es necesaria
ante la necesidad de poder contestar la siguiente pregunta:
que sucede si, en lugar de escoger la división
sexagesimal usual para medir los grados elegimos otra
(por ejemplo la centesimal o los radianes)? Obviamente
todo lo anterior no tendría sentido pues las
factorizaciones hechas dejarían de aplicarse.
Pero la respuesta aparece por sí misma cuando
comprendemos que la elección del número
360 como totalidad de los grados de la circunferencia
no es casual: ese número como el 12 de los arquetipos
zodiacales se corresponde y surge del órden de
la creación. Vemos aquí a los números
primos aparecer naturalmente como ladrillos
con los que se construye el sistema de los números
que regulan y describen el órden justo y perfecto
del Cosmos.
La presente investigación fue iniciada a partir
de la lectura de un artículo de Alex Piler y
Arelisa Suoboda relativo a los cuadrados mágicos
y aparecido en Ciencias Milenarias NÒ 11. En
ese artículo se planteaba en relación
a los aspectos la tabla de múltiplos del 15,
la que consta de 13 números (o sea un número
primo...)!
NOTAS
1)
En el caso de un aspecto que sea el triplo de otro el
indicador tiene la propiedad evidente
I(3A)=3+I(A)
con lo que cambia la paridad. Por ejemplo
I(60Ò)=12 , I(180Ò)=3+12=15. Es el caso
de los aspectos de 45Ò y 135Ò.
Si se cuadruplica un aspecto la paridad no cambia
I(4A)=4+I(A).
Las fórmulas de este tipo son, desde luego,
infinitas en número. Desde luego la forma más
general de expresar esto es la siguiente propiedad aditiva
I(A)+I(B) = I(AxB) (siendo A y B enteros positivos),
la que es formalmente análoga a la bien conocida
de los logaritmos.
2)
Las factorizaciones aquí efectuadas tienen relación
con ciertos desarrollos relativos al célebre
Arte de la Memoria por autores egregios
tales como Ramón Lull y Giordano Bruno. Vease
F. Yates El Arte de la Memoria y Dr. C.
Raitzin En torno a Giordano Bruno.
3)
La sorpresa que pueden causar nuestras conclusiones
sobre el quincuncio y la sesquicuadratura se aminora
bastante si se tienen en cuenta las designaciones que
daban los antiguos a los aspectos y que De Vore menciona
en su Diccionario de Astrología. Las repetimos
aquí:
30 Ò Crecimiento
120 Ò Éxito, suerte
45 Ò Fricción
135 Ò Agitación
60Ò Oportunidad
150 Ò Expansión
90 Ò Obstáculo
180 Ò Separación
De Vore mismo (loc. cit.) sostiene que la influencia
del quincuncio, muchas veces considerada levemente favorable,
es necesariamente contradictoria por operar el aspecto
entre signos inarmónicos entre sí.
En suma, que tal expansión es seguida
bien pronto de una contracción...
Nótese de paso que como la sesquicuadratura
opera entre signos del mismo elemento, robustecería
esto nuestra afirmación respecto de su naturaleza.
4)
Un hecho concluyente y definitivo ha sido establecido
experimentalmente: los únicos aspectos que indican
hechos en direcciones de todos los tipos y todas las
claves son los siguientes:
0º / Conjunción
45º / Semicuadratura
60º /Sextil
90º / Cuadratura
120º / Trígono
135º / Sesquicuadratura
180º / Oposición
Si lo sumamos obtenemos 630 (los mismos dígitos
de 360!) . Si adjuntamos el complementario faltante
de 90 (que es el mismo aspecto!) obtenemos exactamente
720=2x360, esto es totalizan dos giros completos. No
podría haber forma más elegante de indicar
que estas direcciones son la clave del destino en el
mundo de dualidades en que vivimos...
|