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EL HECHO ASTROLÓGICO, DE LA FÍSICA CUÁNTICA A LA ESPIRITUALIDAD; DIFERENTES HIPÓTESIS ACERCA DE CÓMO FUNCIONA LA ASTROLOGÍA (II)

…Nadie sabe cómo puede ser así…

Que un cuerpo influya sobre una partícula aunque se encuentre a distancias remotísimas puede ser una excelente noticia para los astrólogos ávidos de explicaciones causales, el hecho es que la mecánica cuántica describe tan sólo el movimiento de los sistemas en los cuales los efectos cuánticos son relevantes. Se ha documentado que tales efectos son importantes en materiales que cuentan con no más de unos 1.000 átomos.(2)
Y aquí radica el error de hacer comparaciones demasiado forzadas, extrapolando la información de una cosa que no tiene nada que ver con la otra. En el mismo nivel de la materia no se puede igualar lo que ocurre entre las micropartículas y las macropartículas (y mucho menos con otros niveles de realidad que van más allá de lo físico). Por ejemplo, el átomo está compuesto aproximadamente por un 99% de vacío y un 1% de materia. Ellos vibran a tanta velocidad que parecen ser 100% materia sólida. Tanto una pared de cemento como mi propio cuerpo están hechos fundamentalmente de "vacío", pero si me lanzo de cabeza contra la pared no la atravesaré sino que quedaré bastante machucado. Si confundimos la física cuántica con la física tradicional o explicamos la Astrología desde el punto de vista cuántico podemos darnos un golpe similar.

Como dijo el premio Nobel Richard P. Feynman: "Pienso que se puede afirmar tranquilamente que nadie entiende la mecánica cuántica... No digas ¿pero cómo puede ser así? porque llegarás a un callejón sin salida del que nadie ha escapado. Nadie sabe cómo puede ser así."

De la misma manera, si llevamos la causalidad al límite veremos que todo causa todo lo demás, pues el movimiento de una bola de billar estará influido por la fuerza y dirección del golpe, por la superficie por donde rueda, la altura, la presión, la temperatura, mínimamente lo hará por el efecto Coriolis propio del la rotación de la Tierra sobre su eje, de la fuerza de gravedad que ejerce la Luna, los planetas interiores, los exteriores, el centro de la galaxia… y aquí me detengo.
Tanto desde la física clásica como desde la cuántica, todo causa todo lo demás y todo está interconectado.
Esta idea nos recuerda a la máxima hermética tan cara a la Astrología: "como es arriba, es abajo". Sin embargo, la frase del Trismegistos engloba diferentes dimensiones de la realidad o planos de existencia, cosa que no se da en la teoría cuántica ya que se refiere solamente a la interconexión del plano material, el de la fisiosfera.
La hipótesis que sostengo es que la Astrología no se puede explicar por estos medios pues ellos tan solo remiten al nivel material de la realidad. Pero la Astrología fundamentalmente comprende niveles superiores de realidad que tienen que ver con lo simbólico, con el lenguaje, con las emociones, lo psicológico, el alma y acaso con el espíritu.
Haciendo esta aclaración, permítanme compartir con ustedes un poema que escribí hace un tiempo inspirado por las proporciones del tema que nos ocupa.


Lluvia de protones

La luz juega entre relámpagos oscuros de materia;
más pequeño de lo que te imaginas,
más pequeño aún,
todo el universo en una mota de polvo
que brilla cegadoramente a través del resplandor.
Dios
Espíritu
Materia,
no haces otra cosa que mojarme.


El paradigma holográfico

La holografía es una técnica avanzada de fotografía, que consiste en crear imágenes tridimensionales. Para esto se utiliza un rayo láser, que graba microscópicamente una película fotosensible. Ésta, al recibir la luz desde la perspectiva adecuada, proyecta una imagen en tres dimensiones.
El neurofisiólogo Karl Pribram ha establecido la hipótesis de que el cerebro sigue un modelo holográfico. Lo más relevante de las imágenes holográficas consiste en que si partimos un holograma en dos, cada fragmento poseerá la información original completa; y aunque siguiéramos subdividiendo cada fragmento, por más pequeño que sea, siempre contendrá la información del todo, la imagen completa. Esta imagen tridimensional de un objeto real se forma en una placa por efectos de una interferencia electromagnética; proceso que, según el psicólogo Stanislav Grof, es semejante al que acontece en la psique inconciente.
La parte en el todo, y el todo en la parte, ¿les suena?. Esa sería para muchos científicos la cualidad intrínseca de la mismísima realidad.

Pribram explica lo que es un holograma con la siguiente imagen:
"Arrójese un puñado de arena en un estanque y las ondas producidas por cada grano de arena se entrecruzará con las ondas de los otros granos de arena, estableciendo patrones de frentes de ondas que se interfieren. La suave superficie, a modo de espejo, se ha hecho imprecisa, pero el desdibujamiento ha ocultado en su interior un patrón increíblemente ordenado. Si pudiera congelarse repentinamente el estanque en ese instante, su superficie sería un holograma. El holograma fotográfico es como un registro congelado de patrones de interferencia".
Ahora imaginemos nuestro sistema solar como un estanque sideral; cada planeta es como un grano de arena productor de ondas. Éstas se entrecruzan con las demás, generando un patrón de interferencia constantemente varible.
Es en el momento del nacimiento cuando queda fijado en cada uno de nosotros un holograma personal que es individual y cósmico a la vez. Nuestro ser (¿acaso nuestra alma?) podría ser la placa sensible que da cuenta del patrón energético, y que a su vez es interpretado por nuestro cerebro.
Me atrevo a decir que este holograma es ni más ni menos que la carta natal.
Ahora bien, habría que hacer una distinción importante. El patrón energético que nos define es una cosa, pero las reacciones psicológicas ante este patrón es otra muy distinta. Si no fuera así, todo estaría ya escrito y seríamos completa y tristemente previsibles.
En la holografía es necesario contar con un haz de luz coherente para dar cuenta de la imagen tridimensional que se proyecta en el espacio. Es el láser quien cumple esta función.
Utilicemos la analogía y pensemos en la carta natal como un holograma, ¿qué tipo de luz necesitaríamos para hacerla manifiesta?.
Esa luz coherente que podría concretizar la información contenida en su interior no es otra que la "luz" de la conciencia. Cuanto más pura o elevada sea, mejor evidenciará el potencial natal; tanto más coherente será con la energía simbolizada por la carta. Aclaro que cuando hablo de conciencia me estoy refiriendo a la conciencia del "dueño" de la carta, no a la conciencia del astrólogo que la interpreta.
Una conciencia libre de apegos, de prejuicios y de identificaciones generará una realidad más integrada y perfecta, y en el fondo, verdaderamente real.
Es el nivel de conciencia de cada ser lo que hará la diferencia entre experimentar la carta natal (es decir, la propia energía) de una u otra manera. Esta holografía simboliza lo que potencialmente somos, además de indicar tanto nuestros ciclos personales como los colectivos y generacionales.
En este sentido, no sólo dependerá del nivel sino del tipo de conciencia que iluminará al holograma. El potencial de nacimento será actualizado y optimizado en función del nivel de conciencia que atraviesa el holograma.
O usando la fórmula de Pierre Weil:

Vr=(f)Ec

Donde la vivencia de la realidad (Vr) es función (f) del estado de conciencia (Ec) en que estamos.

El concepto de holograma puede aplicarse a todo aquello que represente la imagen completa de algo, por eso es que la astrología "es" holográfica.
Tal como la utilizamos corrientemente, la holografía es una técnica que sin usar ningún tipo de lentes crea imágenes tridimensionales. Un rayo láser graba microscópicamente una película fotosensible y ésta, al recibir la luz desde la perspectiva adecuada, proyecta una imagen en tres dimensiones.
Pero si lo vemos con cuidado, no es verdad que el holograma contenga la información de toda la escena. En realidad, cada fragmento del holograma contiene la información de toda la escena vista desde el lugar donde el observador estaba.
De esta manera apreciamos la importancia que tiene la posición en el espacio del ser al que se le levanta una carta natal, pues la domificación establece el ángulo de incidencia de las diversas "frecuencias energéticas".
La mayoría de los astrólogos en algún momento de su quehacer se da cuenta que diferentes rasgos de la carta natal se repiten en varios niveles, como distintas cosas que hablan de lo mismo, remitiendo a una imagen holográfica. Diferentes técnicas traen diferente información, pero esa información tiene similaridades que apuntan a la carta natal como un todo. Las progresiones simbólicas, por ejemplo, relacionan el movimiento diario de un planeta con una dimensión mayor, el año. Un día transcurrido es un año transcurrido. La Luna progresada es sincrónica al tránsito de Saturno. Cada signo, cada planeta, tienen sentido en tanto parte de una totalidad; sería un error entenderlos individualmente.
La tradición hindú divide generalmente a los signos en 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 partes iguales o shodasavargas. En Occidente los armónicos se trabajan hasta el 12; es decir, cada signo estará dividido en 12 secciones, por lo tanto dentro de cada signo existen los doce signos. En la parte está el todo.

F. David Peat, a partir de la teoría del orden implicado de Bohm, afirma que el Universo entero se encuentra plegado sobre si mismo en cada región del espacio. "Los eventos sincronísticos, entendidos como una coincidencia significativa entre microcosmos y macrocosmos, son aplicables si consideramos que, bajo los estratos de un orden implicado individual, existe un nivel más profundo que contiene, plegada, toda la información del Universo".
Como analogía literaria, propongo la del cuento de Jorge Luis Borges El Aleph, sólo que para Peat cada punto del espacio sería un Aleph.
Así lo describe el genial escritor argentino:
"… En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo.."

Con respecto a la teoría del orden implicado y explicado de David Bohm, podría decirse que una carta astral surge del océano de lo implicado. Bohm pensó este escenario en términos de holomovimiento u holokinesis.
Cualquier forma de movimiento podría constituir un holograma, la totalidad indefinida de movimientos sería un holomovimiento, o sea, la base de lo que es manifiesto. La carta natal es un momento particular dentro de ese contínuo holomovimiento y por eso, una holografía que posee la información del Todo.
Según Bohm, el Universo está estructurado según los principios generales del holograma, y para Pibram el cerebro es un holograma que decodifica un universo holográfico.

En la teoría holográfica lo que puede verse es que en última instancia se trata de decodificación de frecuencias. Los diversos aspectos del Universo se expresan en forma de modelos de interferencia energética, entremezclados pero diferentes que portan información que definen su naturaleza e identidad.
Es sugerente el hecho de que en la holografía no se usan lentes, es decir, no se focaliza. Una lente provoca la divergencia o convergencia de la luz, pero el laser siempre permanece coherente. Al no haber convergencia no hay focalización. Esto produce una suerte de un emborronamiento de frecuencias que luego se decodifica.
La teoría holográfica sostiene que un ámbito borroso de frecuencias y potencialidades sustenta la realidad concreta. Los fundamentos de la Astrología provendrían de ese nivel de frecuencias que sólo podemos registrar desenfocando nuestra mirada, como en las imágenes (estereogramas) del libro "El Ojo Mágico".
Los estereogramas son imagenes 3d ocultas en otra imagen, en un patrón en dos dimensiones. Estos se pueden ver ya que nosotros tenemos dos ojos, por ende dos visiones diferentes, lo que pasa es que nuestro cerebro une las dos visiones. El estereograma es una ilusión óptica basada en la capacidad que tienen los ojos de captar imágenes desde distintas perspectivas. Esas perspectivas diferentes son captadas de tal forma por el cerebro, que pareciera ser una imagen tridimensional.


Figura 2

Solamente podemos visualizar lo que se encuentra "oculto" tras la esfera de frecuencias si desenfocamos nuestra manera de observar.
Un mítico guerrero samurai del siglo XV llamado Miyamoto Musashi distinguía entre dos tipos de empleo de los ojos: el ken o visión superficial de la apariencia, y el kan o acceso a la esencia de las cosas. La mirada debe ser profunda y amplia. Esta es la doble mirada "vista y percepción". La percepción es fuerte, y la simple vista es débil.
Decía que "en estrategia es importante ver las cosas lejanas como si estuviesen cerca, y tomar un punto de vista distante de las cosas cercanas. Es necesario ser capaz de ver a ambos lados sin mover los ojos. Esta habilidad no se domina con facilidad. Asimila lo que está escrito aquí: usa esta mirada en la vida cotidiana y no la modifiques ocurra lo que ocurra".

Para verificar si la Astrología funciona como la holografía tendríamos que desenfocar nuestra conciencia/mirada habitual para así descubrir la dimensión más profunda de la que surge nuestra realidad. Una conciencia focalizada (como la que usamos constantemente) tiende a "definir"; sin embargo una conciencia no focalizada lo que define es la dimensión oculta tras el patrón energético de frecuencias. Sólo así podremos ver, luego de practicar un poco, ese objeto escondido que flota dentro de un conjunto caótico de formas e imágenes sin sentido (Figura 2).
También diríamos que la frecuencia particular de cada tránsito planetario genera una información plausible de ser codificada por un cerebro en un lugar y momento determinado. De aquí provendrían la concienciación de las cualidades esenciales de los planetas, del efecto de los tránsitos y las progresiones, entre otras cosas.

Ahora bien, debemos darnos cuenta que no se puede ir mucho más allá de estas interpretaciones. Sin embargo si vamos más allá del nivel físico de frecuencias, vemos que tanto el holograma como el estereograma funcionan excelentemente como metáforas para describir niveles diferentes y superiores de realidad.
Los antiguos alquimistas, astrólogos y filósofos herméticos usaban como metáfora el Unus Mundi (4) y las correspondencias entre Macrocosmos y Microcosmos.
Así era como la mentalidad medieval buscaba una inserción en el cosmos que diera sentido a su existencia. Hoy nuestra metáfora es la del orden implicado y el holograma.

Si bien el holograma remite a una realidad "inmaterial" el caso es que al hablar de frecuencias o pautas de interferencia electromagnética seguimos en el nivel de la fisiosfera, o sea, el nivel de la física, la óptica y el electromagnetismo.
Y como decía antes, la Astrología no se puede explicar solamente por estos medios pues ellos únicamente remiten al nivel material (el más básico) de la realidad; pero como metáfora… es una metáfora excelente.

Astrología y sincronicidad

En su libro "La interpretación de la naturaleza y la psique", Carl Jung analiza el fenómeno de la sincronicidad, con la que pretende dilucidar ciertos casos extraordinarios, "coincidencias significativas", imposibles de explicar causalmente.
La sincronicidad puede definirse entonces como una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que el puro azar. Dicho de otra manera, sería una coincidencia en el tiempo de dos o más acontecimientos no relacionados causalmente que tienen el mismo o similar significado.
Para el filósofo Michel Cazenave, en un evento sincronístico desaparece la dualidad que habitualmente sentimos como sucesos "interiores" y "exteriores", pasando a experimentar que toda cosa está contenida en la misma totalidad.
¿Realmente la Astrología tiene algo que ver con la sincronicidad?. Muchos astrólogos están de acuerdo con ello, dejando atrás las habituales interpretaciones "newtonianas" que intentan explicarla de una manera totalmente causal. Los planetas ya no causarían ni indicarían, sino que "significarían".
En "El Secreto de la Flor de Oro", Jung dice: "Si dispusiera de resultados generalmente confirmados, la astrología sería un ejemplo de sincronicidad de máxima importancia. Pero hay al menos algunos hechos suficientemente verificados y confirmados mediante extensas estadísticas, que hacen aparecer el planteo astrológico como digno de la consideración filosófica."

La gran diferencia entre el experimento científico y la sincronicidad es que la verificación del primero radica en su reproducibilidad, mientras que la de la sincronicidad tiene que ver con su unicidad espaciotemporal. Un experimento será cierto y verificable cuanto más se repita. Si controlamos la velocidad de caída de una manzana ésta debería ser igual tanto en Buenos Aires como en Tokio. La sincronicidad y la repetitividad se autoexcluyen.

La sincronicidad sólo tiene significado para la persona que lo experimenta. El método científico no tiene por qué tener en cuenta la necesidad de un significado, pero sin significado no hay sincronicidad. Estas actúan como espejo de los procesos internos de la psique y toman la forma de manifestaciones exteriores de transformaciones interiores. Es como si la formación de patrones dentro del inconsciente fuese acompañada por patrones físicos en el mundo exterior, esta reestructuración interna produce resonancias externas. Otra vez se verificaría la máxima hermética: como es arriba es abajo; como es adentro, es afuera.

Hace poco tiempo tuve una experiencia de sincronicidad con otras dos personas. Estaba caminando por la calle con unos amigos, hablando de la vida y la muerte. Ellos tienen una mirada materialista de la existencia y niegan completamente una vida ultramundana. Yo intentaba introducir otro punto de vista. Cuando la conversación ya se estaba poniendo candente observo en el suelo, a pocos pasos de distancia delante mio, un pequeño crucifijo. Lo tomo y casi sin pensarlo digo algo así como "esta señal dice que hay vida después de la muerte". Ellos comienzan a reír diciendo que ese símbolo es para manejar a los hombres, y otras cosas de ese tipo, todo en un tono amigable por supuesto. Me sorprendo al notar que ellos no le habían otorgado ningún significado a la "sincronicidad", es más, una cuadra más adelante ya habían olvidado el hecho.
Más tarde me puse a pensar en esto y concluí que sin dudas se había tratado de una sincronicidad. Hablabamos de la vida después de la muerte y aparece un crucifijo, un símbolo de muchas cosas, pero en ese momento para mi su significado fue instantáneo y clarísimo: el símbolo de la resurrección de la vida. Luego reparo en que mis dos amigos no eran cristianos, y que en su religión (que no practican) no está tan fuertemente instalado el tema de la resurrección, o al menos no es un dogma de fe como en el cristianismo.
Esta anécdota me hizo notar que después de todo el significado lo pone uno y que el contexto familiar, las creencias y las identificaciones concientes e inconcientes recortan la vivencia de lo que es o no es una sincronicidad. A fin de cuentas todo depende de dónde está fijada la conciencia del individuo.

Entonces, una sincronicidad es un puente entre un hecho físico externo y un hecho psicológico interno.
Esta idea ha tenido una excelente recepción por parte de muchos astrólogos como explicación del funcionamiento de la Astrología.
De esta manera se explica por qué un hecho externo físico como el movimiento de los planetas corresponde con el contenido psicológico de las personas y con los hechos de su destino.
Sin embargo, el astrólogo costarricense Juan Antonio Revilla hace unas objeciones muy válidas con respecto a esto, haciendo notar que las técnicas de interpretación que usan los astrólogos no se basan en la sincronicidad, pues no existe sincronía temporal entre un diagrama del cielo actual (tránsitos) y el diagrama del cielo radical (la carta natal) ocurrida tiempo atrás. Él no dice que no haya correspondencia entre ambas cosas, sino que esta correspondencia no tiene que ver con la sincronicidad.
Revilla pone el acento en que en un hecho sincronístico debe darse una simultaneidad temporal entre una situación interna y otra externa, pero no considera el significado de esta simultaneidad. Pone el acento en la sincronía en vez de en el sentido. Opina que una cosa es un tránsito "a una persona" y otra muy distinta es un tránsito "a un diagrama".
Acaso estemos confundiendo el mapa con el territorio y debamos definir más exhaustivamente el término sincronicidad. A veces tenemos sueños que son sincronicidades en tanto aportan significado, aunque no se den en forma simultánea con el hecho externo en cuestión (sino antes o después). ¿Dónde debemos poner la atención, en la simultaneidad o en el significado?. Se dice que los eventos sincronísticos ocurren a cada momento, sin embargo se transforman en sincronicidades recién cuando se hacen concientes.

Volviendo a la Figura 1 que graficaba los cuatro cuadrantes de Wilber, en una sincronicidad se hace muy sutil hasta casi desaparecer la línea que separa los hemisferios Interior y Exterior, pues a fin de cuentas el hemisferio izquierdo del Yo/Nosotros aporta significados al hemisferio del Ello/Ellos, que da cuenta a su vez del hecho objetivo externo.
Definitivamente, tanto la causalidad como la sincronicidad son dos formas opuestas y complementarias de aprehender la realidad.
Quizás lo más importante que tenemos por el momento es que la sincronicidad nos lleva a un plano que trasciende lo físico: el plano del significado.
Aquí ya nos movemos en otro nivel, el mental y psicológico, ya que a un significado no se lo puede medir ni pesar, a lo sumo se lo podrá sentir, pensar, vivenciar y compartir.
Pero el significado no proviene de la coincidencia en sí sino de la conciencia de la persona que la experimenta. Y esto es particularmente importante, ya que un mismo hecho externo (objetivo) puede tener diversos significados según la conciencia del sujeto.

El psiquiatra Victor Frankl, creador de la Logoterapia, sostuvo que la principal fuerza motivacional del hombre no era la voluntad de placer (Freud) ni la de poder (Adler) sino la voluntad de sentido. La Logoterapia apunta hacia a un mundo más allá del hombre, un mundo en que la pregunta sobre el significado último de la existencia humana obtiene respuesta.
Logos es una palabra griega que quiere decir razonamiento, sentido, significado, propósito. También quiere decir espíritu. Quizás la palabra Astro-logía pueda entenderse con mayor profundidad teniendo en cuenta sus implicancias espirituales, pues indicaría la búsqueda de un sentido trascendente en los astros, un propósito vital en sus movimientos… tal como cuando surgió hace miles de años.
Pero como Frankl sostiene, no hay un sentido único o abstracto de la vida sino que cada ser debe descubrir el suyo. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; y por supuesto, el sentido dependerá del nivel y tipo de conciencia que cada uno tenga.

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