Los arquetipos astrológicos
La palabra arquetipo proviene del griego arqué
(ser el primero) y tipo (modelo). Es decir, modelo original
y primario.
Para Platón la realidad estaba dividida en dos
partes: el mundo de los sentidos, donde todo fluye y
no puede haber coincidencia total de opiniones, ya que
están basadas en conocimientos imperfectos; y
el mundo de las ideas, sobre las que podemos llegar
a conseguir conocimientos verdaderos e inmutables mediante
la razón. Los arquetipos provienen de este mundo
de las ideas, es indudable su procedencia platónica.
Los arquetipos son ideas primordiales comunes a toda
la humanidad, que se expresan a través de imágenes
arquetípicas. Son las formas sustanciales (ejemplares
eternos y perfectos) de las cosas que existen de toda
eternidad en el pensamiento colectivo.
El concepto de arquetipo fue introducido por el psicólogo
suizo Carl Gustav Jung como término dentro del
campo de lo psíquico. La existencia del arquetipo
solo puede ser inferida, ya que es por definición
inconsciente; pero las imágenes arquetípicas
acceden a la consciencia y constituyen nuestro modo
de percibir el arquetipo. Ellos entonces aparecen en
forma de imágenes, no percibimos a los arquetipos
en sí mismos, sino a sus manifestaciones simbólicas.
Los arquetipos se manifiestan a través de nuestras
proyecciones, lo que nos permite inferir su presencia.
Las estructuras arquetípicas aparecen en el hombre
a través de formas determinadas: en las mitologías,
en las leyendas, en los sueños, en ciertos deseos
colectivos. Los hombres compartimos una serie de experiencias
que han quedado, por su naturaleza colectiva, incorporadas
en la memoria de la humanidad como patrones de comprensión
de la realidad. Estos patrones son energía inconsciente
que aparece por ejemplo a través de los símbolos
astrológicos. Los signos del Zodíaco serían
doce imágenes arquetípicas, manifestaciones
del inconsciente colectivo, que dan cuenta de la totalidad
de la experiencia humana. Para entender como trabajan
los símbolos arquetípicos es necesaria
una clase especial de pensamiento: la actitud simbólica.
Que una cosa sea o no un símbolo depende de la
actitud de la conciencia que la examine.
Ken Wilber entiende a los arquetipos como emanaciones
de un reino espiritual superior, existentes en el nivel
de la intuición y la inspiración religiosa.
Este reino espiritual se caracteriza por las visiones
de seres arquetípicos celestiales que encarnan
cualidades que forman parte de nuestro ser más
profundo. Meditando en estos seres evocamos esas mismas
cualidades en nuestra propia conciencia.
Hay diferencias importantes en la manera en que Wilber
y Jung conceptualizan el arquetipo. Jung los consideraba
habitualmente como imágenes mitológicas
arcaicas, formas colectivas transmitidas de generación
en generación a través de los milenios
que perviven en el inconciente colectivo de la humanidad.
Los símbolos, los mitos, son expresiones del
arquetipo.
Para Wilber (así como para Platón, los
budistas y los hinduistas) los arquetipos son las primeras
formas manifiestas que emergen del Espíritu Vacío
en el curso de la creación del Universo. Su punto
de vista es que la conciencia es arrastrada hacia los
arquetipos por los arquetipos mismos.
La realidad psicosomática del universo, en sus
formas materiales e inconcientes son reflejos o imágenes
de los arquetipos espirituales a través de su
reflejo anterior en el alma universal. De este modo
los principios formadores del Alma o reflejos de ella
del Espíritu, son entidades sabias, seres en
potencia, inespaciales y fecundos, que en el momento
preciso se encarnan o materializan como imágenes
cósmicas.
Marie Louis Von Franz afirma que los verdaderos símbolos
no son una creación de la conciencia, son revelados
por el inconciente y poseen, junto con las imágenes
arquetípicas de los sueños y las imágenes
de los grandes mitos y de las religiones "un poco
de esa naturaleza nebulosa del saber absoluto, por cuanto
siempre parecen contener más de lo que podemos
asimilar a nuestra comprensión conciente..."
Los planetas y signos astrológicos serían
patrones arquetípicos provenientes de una esfera
superior, intuidos por el alma primero y reflexionados
por la razón después.
La Astrología como lenguaje poético
y sagrado
Otra forma válida de entender la Astrología
consiste en definirla como un lenguaje, acaso como un
lenguaje sagrado. Una forma de acercamiento propio del
cuadrante inferior izquierdo, el del "Nosotros"
inter-subjetivo (Ver Figura 1).
En la evolución de la conciencia llega un momento
en que la influencia de la cultura y el lenguaje adquiere
un papel fundamental. Los semiólogos nos han
hecho notar que la percepción de la realidad
está condicionada por la estructura del lenguaje.
Éste determina, sin que nos demos cuenta de ello,
nuestra visión del mundo. Su propia estructura
(en términos de sujeto/predicado) moldea el pensamiento
forzándonos a pensar en términos de causa
y efecto.
Joseph Jaworski dice que a través del lenguaje
creamos el mundo, porque éste no es nada hasta
que lo describimos. No describimos el mundo que vemos
sino que vemos el mundo que describimos. Sólo
existimos en una trama de relaciones.
Conforme se desarrolla el lenguaje nos trasladamos al
mundo de los símbolos, las ideas, los conceptos,
elevándonos de los instintos primarios. El lenguaje
es el medio que nos saca del presente inmediato y nos
lleva al pasado y al futuro (memoria, proyectos). Es
la única manera de referirnos a aquello que no
está presente.
Los seres humanos vemos todo a través de una
grilla simbólica o semántica que impone
su propia estructura a aquello que describe.
Los biólogos chilenos Maturana y Varela dicen
que el mundo que todos vemos no es "el" mundo
sino "un" mundo alumbrado por todos nosotros.
Nosotros lo creamos a través de nuestra cognición.
Sin embargo, la Astrología es un tipo particular
de lenguaje, su estructura no es lineal sino mandálica.
Es un lenguaje cuyo estudio nos permite acceder a un
conocimiento al que difícilmente podríamos
acceder por otros medios. Al ser mandálico, puede
proyectarnos a niveles transverbales, siempre y cuando
podamos trascender las paradojas que necesariamente
se presentan al encarar lo mandálico desde lo
lineal, o lo transverbal desde lo verbal.
Como lenguaje sagrado nos conecta con realidades superiores,
ya que su simbolismo tiene la capacidad (como Hermes)
de relacionar diferentes niveles de existencia, trayendo
y llevando información en ambos sentidos.
La escritora Yaiza Martínez Montesdeoca dice
que "el lenguaje poético es la creación
de un mapa del mundo que no tiene nada que ver con el
lenguaje argumentativo, atrapado en el concepto de linealidad
y progreso".
Y como ocurre en el poema ocurre en la realidad y en
la Astrología: el Todo está en todo. El
lenguaje astrológico es poético en el
sentido que nos brinda un conocimiento trans-mental
de las paradojas, apareciendo en nuestra conciencia
un universo no lineal. La polisemia de cada símbolo
astral hace emerger universos de sentido que nos llevan
a una realidad distinta de la habitual pero no por eso
menos real. Propio de la polaridad Virgo/Piscis y Mercurio/Neptuno,
el lenguaje poético es un intento de la conciencia
de ordenar el caos.
La poesía es mayor que el poeta así como
la Astrología es mayor que el astrólogo.
Si el intérprete no se deja atravesar por el
lenguaje, su interpretación quedará vacía
y desalmada. Si el ego se apodera de la forma se pierde
el vínculo con el lenguaje original. El astrólogo,
como el poeta, debe ser conciente de la naturaleza de
la herramienta que utiliza y permitir que que el lenguaje
astrológico haga uso de él al mismo tiempo
que trabaja con él.
Astrología matricial
El astrólogo y filósofo francés
Patrice Guinard presentó su tesis doctoral con
la obra "Astrología, el Manifiesto".
En ella sostiene que la Astrología posee un modo
de razonamiento propio, la razón matricial, que
no es asimilable por la razón experimental de
la ciencia ni por la razón discursiva de los
filósofos. Ella no busca explicar un fenómeno
ni interptretar datos sino comprender una realidad subyacente.
Hay una estructura (la matriz astrológica) que
preexiste a los sistemas de interpretación y
a sus contenidos específicos. La matriz astral
no proviene del razonamiento ni de la experimentación
sino que surge de un trasfondo psíquico, como
algo que se va desvelando en función del estado
de comprensión de la conciencia que la aprehende.
Su estructura no proviene de la reflexión ni
de la experiencia sino del espíritu. Esta matriz
aparece en la conciencia porque la propia psiquis está
impresionada astralmente con esa estructura, en un proceso
en que se puede llegar a conocer lo inaccesible por
lo accesible, pues en su raíz se encuentran los
mismos arquetipos.
Opina que la realidad aparece en la conciencia según
tres modalidaes diferentes: como entidad física
(aprende la realidad a través de los objetos),
mental (aprende la realidad a través de los signos
o señales) y psíquica (aprende la realidad
a través de la totalidad del ser psíquico).
A cada una de estas modalidades corresponde una estructura
arquetípica:
o el Cristal o estructura empírico analítica
(ciencias físicas)
o el Código o estructura histórico hermenéutica
(lingüística, semiología, sociología,
etc.)
o la Matriz o estructura psico-sintética (Astrología)
La comprensión astrológica difiere tanto
de la explicación de las ciencias duras como
de la interpretación de las ciencias humanas.
Volviendo a Ken Wilber, en su libro Los tres ojos del
conocimiento (1983) apela a una metáfora de un
místico cristiano del siglo XIII, san Buenaventura,
según la cual cada uno de nosotros disponemos
de tres "ojos"; el ojo de la carne, el ojo
de la razón y el ojo del espíritu o de
la contemplación. Cada uno de los cuales nos
permite acceder a un dominio diferente de la realidad.
3- Ojo del espíritu - Ciencias espirituales
(Yoga/Meditación/Contemplación)
2- Ojo de la razón - Humanidades, ciencias sociales
1- Ojo de la carne - Ciencias naturales
El significado y el valor no pueden percibirse con
el ojo de la carne, pero para el ojo de la razón
son tan verdaderos como los objetos sólidos.
Las verdades espirituales no pueden ser comprendidas
para el intelecto, sino tan solo para el ojo de la contemplación,
facultad que va más allá del intelecto
(pero que no lo niega).
Es evidente la relación entre las estructuras
de Guinard y las de Wilber, la diferencia es que el
francés ubicaría a la Astrología
como una ciencia espiritual: "Es un saber que funciona
fuera de los límites de la razón discursiva
y del pensamiento dualista, más allá de
la simple interpretación de lo visible a partir
de señales mentales, y que nace de una llamada
a una razón más amplia, de una apertura
del espíritu a todo el potencial psíquico".
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