CONCLUSIONES
Una hipótesis para cada nivel
Según la sabiduría perenne (el núcleo
de las grandes tradiciones de sabiduría de todos
los lugares y todas las épocas), la realidad
está compuesta de varias dimensiones o reinos
(como la materia, la vida, la mente, el alma y el espíritu).
Son realmente abismos cualitativos los que los separan,
abismos que sólo pueden ser salvados gracias
a la conciencia. Estos abismos son los que se despliegan
entre los diferentes niveles de la realidad.
El primero de ellos es el que aparece entre la "nada"
y la materia inanimada. Tal como se preguntaban los
filósofos eleatos: ¿por qué existe
algo, más bien que nada?. Desde el punto de vista
estadístico, las posibilidades de que "algo"
exista es exorbitantemente mínima. Pero aquí
estamos, después de todo.
El segundo abismo corresponde al que se despliega entre
la materia animada y la inanimada. ¿Como puede
explicarse el misterio de la vida? Difícilmente
lo haremos si apelamos a un azar imposible de relaciones
atómicas y moleculares que químicamente
crean vida a partir de lo inerte.
El tercer abismo corresponde al despertar de la autoconciencia,
el movimiento reflexivo propio del ser humano que da
cuenta del fluir de la propia conciencia. ¿Cuándo
y cómo surge esta capacidad? ¿Como puede
adquirir conciencia de sí mismo un guiñapo
palpitante hecho de sangre y de carne?.
El cuarto abismo es el que separa la autoconciencia
de la iluminación. Dicho en otros términos,
el pasar de la conciencia individual a la conciencia
universal y vivir en ese estado.
La idea es que, en realidad, no sólo existen
dos reinos estrictamente separados (la materia y el
espíritu), sino cuatro o cinco reinos sumamente
imbricados. Desde el punto de vista de la filosofía
perenne, el dominio más elevado es el fundamento
"no-dual" de todos los demás, de modo
que el espíritu último está más
allá de todos los dualismos. A medida que el
Uno (mejor dicho, el no-uno, no-dos) se transforma en
muchos, se van generando los diversos dualismos.
Como hemos visto, el hecho astrológico puede
comprenderse desde el punto de vista de los diferentes
niveles de realidad. ¿Y hasta donde llega?. Podemos
decir que araña lo divino, en el sentido que
es una vía regia para conectarnos con niveles
más y más profundos de realidad.
Ahora bien, cada nivel superior no puede explicarse
en términos del nivel inferior. No podemos explicar
las interacciones culturales que genera el lenguaje
apelando a la biología, ni los instintos biológicos
de las criaturas apelando a la ley de gravedad de Newton.
Y viceversa, los símbolos (el lenguaje) no crean
las esferas materiales pero sí las esferas mentales.
De hecho, los niveles mentales superiores "son"
símbolos.
Asimismo, difícil es explicar las sincronicidades
astrológicas en términos de interacción
cuántica de partículas o sopesar las identificaciones
arquetípicas (vía carta natal) de una
persona en base al gradiente lumínico de los
planetas.
A partir de La Gran Cadena del Ser (la estructura de
niveles de realidad definida por la filosofía
perenne), podemos desarrollar una estructura con diferentes
niveles de fundamentos astrológicos, teniendo
en cuenta los niveles de realidad a los que nos referimos.
(ver Figura 3)
Figura 3
Como hemos venido analizando a través de las
diferentes hipótesis, el hecho astrológico
puede fundamentarse de maneras muy diferentes. La Gran
Cadena puede ayudarnos a ordenar de forma sintética
estas diferentes hipótesis.
El nivel físico
El nivel más básico de la realidad es
el que comprende a la materia, los objetos que pueden
tocarse y medirse cuantitativamente.
La física causal de Newton y la física
cuántica acausal son las más adecuadas
para brindar explicaciones a este nivel. La holografía
también trata con frecuencias del reino de la
física, así que estaríamos percibiendo
la Astrología con el "ojo de la carne".
Interpretar a la Astrología desde sus fundamentos
más básicos es la manera más segura
de recortar su potencial y de simplificarla salvajemente,
cayendo en el reduccionismo típico de las ciencias
duras al desentenderse de otras formas más englobantes
de comprensión. Si bien toda investigación
al respecto es bienvenida, me parece que la virtud principal
de la holografía y la mecánica cuántica
radica en su capacidad heurística y en su potencial
metafórico.
Advirtamos también que estaríamos percibiendo
la realidad astrológica casi exclusivamente desde
el cuadrante del Ello, renegando de un 75% de "verdad".
En este ámbito lo más prometedor que intuyo
son las investigaciones con respecto a la influencia
de la conciencia en los resultados de los experimentos
físicos, pero ese tema lo tocaremos dentro de
unos momentos.
El nivel biológico
A nivel vida y cuerpo (el segundo eslabón de
la Gran Cadena) la Astrología puede llegar a
fundamentarse gracias Rupert Sheldrake y su teoría
de los campos morfogenéticos y la resonancia
mórfica, por la cual habría ciertos patrones
invisibles que dirigen todas las formas vivas. El astrónomo
Percy Seymour teoriza sobre un proceso de sensibilización
del sistema nervioso fetal por la resonancia de un campo
geomagnético, mientras que el astrólogo
Demetrio Santos apela al efecto del gradiente de luz
planetario sobre los seres vivos.
Bruce Scofield sugiere un modelo astro-biológico
de desarrollo humano, basado fundamentalmente en el
concepto de impronta del etólogo Konrad Lorenz.
Scofield cree que los factores ambientales (sobre todo
los ciclos circadianos y circanuales) generan una impronta
(un patrón de conducta innato) que se fija a
lo largo de diferentes períodos de tiempo. Las
cambiantes propiedades del campo electromagnético
serían coincidentes con cierta periodicidad biológica
de cada ser.
Si bien ahora "subimos un nivel", evidentemente
estas teorías dejan muchos agujeros pues sólo
podrían explicar a la astrología genetlíaca,
siendo incapaces de responder a la astrología
mundana y horaria, por ejemplo; ellas no pueden aplicarse
a entes no biológicos como una empresa, un país
o una pregunta.
En todo caso, si existen influencias planetarias a nivel
biofísico estas no dependen tanto de la Astrología
como de la cosmobiología.
El nivel psíquico
El tercer nivel es el de la mente, comprende una realidad
a la que podemos acceder con el "ojo de la razón",
aquella compuesta de conceptos, imágenes, símbolos
y fundamentalmente de lenguaje. Como dice Jung, "al
igual que una planta produce sus flores, la psique crea
sus símbolos". Advirtamos que no nos referimos
a diferentes percepciones de una misma realidad sino
a realidades ontológicamente diferentes. Para
el ojo de la carne lo real son los objetos físicos
cuantificables, mientras que para el ojo de la razón
lo real son los conceptos y símbolos cualificables.
Aquí la fundamentación del hecho astrólogico
tiene que ver con su capacidad de simbolización
y con su intrínseca estructura lingüística.
Sólo en este nivel es donde la interpretación
astrológica tiene lugar, ámbito de la
hermenéutica, la introspección y la posibilidad
de vincularidad real entre sujeto y sujeto (antes era
entre sujeto y objeto). Creo que es en este nivel mental
donde los astrólogos hacemos el mayor uso (y
abuso) operativo de la Astrología. Cada libro
que se ha escrito al respecto se ha hecho con el ojo
de la razón, y su enseñanza y aprendizaje
(salvo excepciones) se apoya casi completamente en este
nivel mental.
En cuanto a los fundamentos astrológicos, la
semiótica, el simbolismo, algunas escuelas de
psicología y otras ciencias hermenéuticas
serían las más adecuadas para interpretarlos.
Tanto la sincronicidad junguiana como la razón
matricial de Guinard se situarían en el límite
superior de este nivel mental, pues es el momento en
que el sentido y el significado comienzan a atraer la
conciencia transformándose en un nuevo centro
de gravedad. Cuando gracias a su capacidad de razonar
el individuo comienza a a inquirirse acerca del significado
de la existencia, se abre a los niveles transpersonales
del alma y del espíritu.
El nivel sutil
En los dominios del Alma nos manejamos con una Astrología
mucho más sutil. En este plano de realidad, el
lenguaje, el pensamiento y el ego se ven superados y
trascendidos (pero sin ser negados). Es en este nivel
donde se abre el ojo de la contemplación y donde
se manifiestan fenómenos paranormales, experiencias
extracorporales y de iluminación, visiones de
seres angelicales y guías arquetípicos
que encarnan cualidades que forman parte de nuestro
ser más profundo.
Aquí la razón le cede el paso a la intuición,
entendida como un insight súbito, independiente
de cualquier proceso intelectual racional y a menudo
peleado a primera vista con la lógica. La psique
humana absorbe mensajes "de arriba" a través
de las intuiciones, así como a través
de las sensaciones absorbe mensajes del nivel físico;
para luego integrarlos en un todo cuerpo-mente-alma.
. Los símbolos astrológicos transfieren
la energía psíquica de una forma inferior
a otra superior.
Este contacto con lo sutil se vehiculizaría gracias
a los arquetipos trans-mentales que la Astrología
nos acerca, en una forma de cognición superior
que puede evocarse meditando en el Vacío central
del mandala de una carta natal, percibiendo nuestra
Esencia Arquetípica y siendo nuestro ego absorbido
en ella. Es el momento en que podemos desenfocar nuestra
mirada/conciencia al estilo de los guerreros samurai
cuando emplean la visión kan, y así acceder
a la verdadera esencia de las cosas.
El Logos matricial, de la cual la Astrología
es una de sus posibilidades, preexiste a toda toma de
conciencia, y no sería sino una organización
arquetípica superior que se imprime sobre cada
uno de los niveles inferiores, del mental al físico.
El hecho astrológico se fundamentaría
aquí en la realidad psíquica y "sobrenatural"
de la existencia y en su relación con los surcos
arquetípicos colectivos, heredados, inconcientes
-tanto prepersonales como transpersonales (5)- simbolizados
por los mismos operadores astrológicos.
A partir de este momento, el Sí mismo, el arquetipo
de la carta natal y la Astrología misma se ven
trascendidos, pues llegamos al reino del espíritu.
El nivel último no-dual
En verdad, no podría haber ningún yo que
"llegue" al reino del espíritu, pues
aquí no existe diferenciación entre uno
y el todo. Nadie está llegando a ningún
lado, porque de repente Uno estuvo siempre en todos
lados.
Todas las formas y matrices arquetípicas vuelven
a la Fuente, ésta es la trascendencia total donde
no hay micropartículas, ni hologramas, ni criaturas,
ni ego, ni Dios, ni Astrología. No hay nada a
excepción de la Conciencia Pura.
El misterio de la conciencia
Como hemos visto en cada una de las etapas de nuestro
viaje, siempre la conciencia ocupa un papel esencial.
Los últimos diez años del siglo XX fueron
definidos como la década del cerebro por la comunidad
científica. Muchos creyeron que estaban muy cerca
de la solución de uno de los más grandes
misterios con los que se enfrenta la ciencia: ¿qué
es la conciencia?. Sin embargo, aunque desplegaron ante
nuestros ojos espectaculares imágenes en 3d del
interior de un cerebro en funcionamiento, no lograron
explicar los mecanismos neuronales del pensamiento y
de la conciencia.
Como ocurre generalmente en el ámbito de las
ciencias duras, han reducido toda la complejidad de
la conciencia a los datos registrados por el cuadrante
del Ello, ignorando la verdad propia de los otros tres
y proyectando la totalidad de la psique en el soporte
material del cerebro. No es que lo que están
descubriendo no sea verdad, pero es una verdad a medias
mejor dicho "a cuartos".
Algunos físicos son tan reduccionistas que definen
la conciencia como materia
pero sutil. El Dr.
Geoffrey Chew dice que la conciencia se relaciona íntimamente
con los fotones débiles, y resulta sugerente
cómo la metáfora de la holografía
y la "luz de la conciencia" se hacen casi
literales para uno de los popes de la física
cuántica.
También vimos que en el nivel más básico
de la realidad, el de la materia inerte, los físicos
discuten si la conciencia del observador puede modificar
la observación o no.
El matemático y filósofo David Chalmers
dice que debemos tratar a la conciencia como un aspecto
irreductible del universo, como lo es para los físicos
el tiempo, el espacio y la masa. Según él,
no es que la conciencia sea consecuencia de la materia
ni la materia fruto de la conciencia, sino que ambas
son en esencia "información".
La realidad puede estar generada a partir de la interpretación
de información. Formaríamos parte de un
infinito complejo informacional sujeto a la libre interpretación,
esto es, a la búsqueda de patrones reconocibles
dentro del flujo de "datos" que genera a la
vez mucha más información. Cuanto más
compleja es la información que se procesa, más
lo es la vida conciente. Pero eso no impide que existan
formas de procesar la información mucho más
primitivas, como las piedras. La conciencia siempre
es gradual. Guinard diría que tal procesamiento
de información se hace en base a la matriz astral.
Para Chalmers, si bien sos dos cosas diferentes, no
hay conciencia sin cerebro; mientras que para el psiquiatra
Stan Grof hay estados de conciencia que parecen existir
independientemente del cuerpo y los sentidos físicos
(parapsicología, LSD, tanatología, estados
holotrópicos, etc.)
Tenemos que evitar caer en la dicotomía mente/cerebro
y por qué no, encarar el tema desde la perspectiva
de la filosofía perenne. Después de todo,
lo que da cuenta de la evolución de la materia
al espíritu no es otra cosa que la conciencia,
el hilo de oro que une las perlas de cada nivel de realidad.
A nivel físico estamos hechos de estrellas, a
nivel psíquico nos reflejamos simbólicamente
en ellas. La ciencia refleja objetivamente lo que ve,
mientras que la Astrología lo hace simbólicamente.
Ciencia y Astrología son dos formas complementarias
de reflejar la realidad.
Llegados a la esfera psíquica y sutil, la conciencia
por fin se pregunta por ella misma. Pero no es posible
llegar a este nivel si de alguna manera el cielo exterior
no se ha erigido en nuestro interior. De acuerdo a la
respuesta que ella misma se da, este cielo exterior
se materializará simbólica y literalmente
por medio de los arquetipos. Los veremos a nuestro alrededor
en los vínculos que forjamos; con suerte en la
propia sombra que negamos y que aparece como un daimon
personal, como destino propio y colectivo.
La carta natal ofrece un significado del yo personal
y único en relación a un contexto cósmico,
y la Astrología está capacitada para permitir
una gradual apertura de conciencia: Dios duerme en la
piedra, sueña en la planta, despierta en el animal
y sabe que está despierto en el hombre.
Como la definía la astróloga Marcia Moore:
Conciencia es aquel factor mediato a través del
cual el Uno llega a ser muchos con el objeto de que
los muchos al mismo tiempo puedan magnificar al Uno.
Este es el punto de equilibrio entre las polaridades
dinámicas de cuya interacción todas las
cosas llegan a nacer. Espíritu y materia, alma
y cuerpo, yo y los otros; los opuestos quedan a un lado,
absolutos metafísicos que retroceden como el
horizonte. Solamente pueden encontrarse y ser reconciliados
en la conciencia del individuo.
Todo aquello de lo que somos concientes es asociado
al "yo" por intermedio de la conciencia. Jung
decía: "Cuando nos preguntamos por la naturaleza
de la conciencia, el hecho -maravilla entre maravillas-
que más profundamente nos impresiona es que apenas
se produce un acontecimiento en el cosmos, se crea simultáneamente
y se desarrolla paralelamente una imagen de él
en nosotros, convirtiéndose así en conciente.
Ser conciente es percibir y reconocer el mundo exterior,
así como al propio ser en sus relaciones con
éste mundo exterior. Ésto último
significa reconocerse a sí mismo en su ambiente".
Este sí mismo, centro de la conciencia, es un
yo que puede ir abriéndose al espíritu
a partir de identificaciones y desidentificaciones sucesivas.
La conciencia es la que otorga significado al universo,
pero se encuentra limitada a decodificar tan solo una
parte del espectro total de la realidad pues no solamente
depende de la información que aportan los sentidos
sino del grado de ampliación e integración
que haya alcanzado.
En el último eslabón de la Gran Cadena
del Ser, se advierte que sujeto y objeto son lo mismo.
Tat vam asi, somos estrellas que han tomado conciencia
de sí mismas.
Notas
1. Con potencial heurístico me refiero a todas
aquellas hipótesis creativas o inventivas que
como ensayo de explicación conducen al descubrimiento
de nuevos hechos.
2. Fuente: www.wikipedia.org
3. Nota de Sergio de Régules. Es un físico
y coordinador científico de ¿Cómo
ves? Su libro más reciente es ¡Qué
científica es la ciencia! (Paidós, 2005).
Sergio dice que la culpa no es de la cuántica,
sino del que la hace religión.
4. Unus Mundi: Forma latina que empleaban los alquimistas
europeos del Medioevo para referirse al Mundo Puro,
Uno y Virginal del que procede el Universo. La Realidad
que subyace fuera del espacio y el tiempo.
5. En el desarrollo de la conciencia se dan principalmente
tres estadíos, el prepersonal, el personal y
el transpersonal. El estadío prepersonal consiste
en una integración con el cosmos que es previa
a la estabilización del ego (pre-egoica). Tal
integración es básicamente corporal, y
remite al sentimiento de infinitud paradisíaca
propia de la vida intrauterina o la del bebé
recién nacido.
En el estadío personal se da una diferenciación
con respecto a la unidad. Esto es una evolución
sana de la conciencia, ahora identificada con el reino
mental (racional). El ego se estabiliza, y si todo va
bien llega a madurar exitosamente.
En el estadío transpersonal la conciencia trasciende
el reino mental para identificarse con el alma y el
espíritu. Trasciende la mente, va más
allá, no la niega ni la reprime.
Si uno ve el desarrollo humano como crecimiento (magia,
mito, racional, transracional), resulta que pueden apreciarse
dos clases de no-racionalidad. Están las formas
pre-racionales de pensamiento, las mágicas y
las míticas (donde la razón aún
no existe o está abandonada) y están las
formas transracionales (donde la razón permanece
intacta, pero es transcendida en estados transmentales).
Por ejemplo, en la meditación uno es consciente
del funcionamiento de la mente, pero se trasciende,
no se regresa a un estadío más infantil.
Ver www.astrotranspersonal.com.ar
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